Existe en nuestra sociedad una poderosa tendencia a silenciar el
papel de los genes en nuestro desarrollo biológico y social. En parte,
simplemente por desconocimiento, pues muchas personas hablan de genes
como de algo abstracto e intangible que son incapaces de relacionar con los ácidos nucleicos, las proteínas, las células, los tejidos, los órganos,
los sistemas orgánicos, la fisiología o su propio cuerpo y su propia
mente, que consideran, naturalmente, desligada de sus cuerpos. No
podemos culparles por su ignorancia, no todo el mundo tiene el interés y
el tiempo para dedicarlo a informarse a fondo sobre estos asuntos. Y a
falta de conocimiento sobre el particular hay que fiarse del sacerdocio
de la ciencia, que suele contar lo que se sabe, o lo que se cree que se sabe.
Pero, claro, por otro lado tenemos a muchos científicos
profesionales, que "profesan" la fe en las grandes capacidades humanas y
en la irrelevancia de los genes para ponerles freno, Es loable que
intenten transmitir a las personas mensajes tranquilizadores tipo:
"usted puede". Aunque no todo el mundo lo puede todo. Es preferible
mostrar a las personas las capacidades de las que disponen que venderles
la idea de que pueden llegar a lo más alto, ser felices, estar sanos y
alcanzar una avanzada edad tras una vida plena. Es preferible decir
a algunas personas que sus genes les inclinarán al alcoholismo si unas
circunstancias ambientales contrarias no lo impiden, Al menos se les
previene para que luchen contra una tendencia de su biología a
autodestruirse. Y también es preferible avisarles de que probablemente
desarrollarán un síndrome metabólico, y que además su conducta les
inclinará a cometer excesos alimentarios. Y sobre éste ejemplo último me
gustaría hablar.
He leído una interesante entrevista hecha a José Máría Ordovás en El País. Este Zaragozano, experto en Nutrigenómica, ha escrito un libro divulgativo sobre su disciplina que ahora sale al mercado.
En un momento de la entrevista hace una afirmación que podría resultar correcta a la luz de los conocimientos que arroja su disciplina, tras habérsele preguntado por el "desencanto" con los genes ya pasado un tiempo de la secuenciación del genoma humano: "Echamos toda la artillería en la secuenciación, y nos encontramos con que con los genes solo resolvemos el 5% o el 10% de los problemas. ¿Y el resto?"
Su afirmación es seguida de una pregunta que deja al lector patidifuso, sin saber si Ordovás tiene alguna idea sobre el particular o está manifestando su absoluta ignorancia con humildad de gran científico. "¿Y el resto?".
Pero en otro momento de la entrevista reafirma lo que muchos dicen de que "somos lo que comemos", lo cual entra en contradicción con otra cosa que dice sobre la imposibilidad, para algunas personas, de sacar provecho del Omega 3 y pasa por alto un factor determinante en la alimentación, que no es otro que el de la conducta alimentaria. Entiendo que al no ser su especialidad no hable de la Genética de la Conducta, disciplina no por ajena poco fructífera en resultados.
Según la Genética de la Conducta, muchos de nuestros comportamientos pueden ser explicados en un alto grado por los genes. El ambiente, como es natural, también cuenta. Este incluye familia, amigos, grupos sociales de adhesión, accidentes, moléculas que flotan por el aire o que son ingeridas para alimentarnos..... y tratándose de alimentación, parece que no es inoportuno hablar de la conducta alimentaria propiamente dicha, y en qué medida está influida por los genes o por el ambiente. Dejando a un lado los voluntarismos y los positivismos psicológicos, es un hecho que las personas tienen diferentes comportamientos ante una hamburguesa y ante un pastel, por no hablar de ante una lechuga o una fruta.....¡¡¡niños, a comer!!! (ya hablaremos del rechazo infantil a ciertas comidas en otra ocasión, que mis hijos me tienen "frito").
Si alguien hereda una propensión a desarrollar un síndrome metabólico y a un tiempo una tendencia comportamental a ingerir -por ejemplo si está nerviosa, en este estresante mundo de incertidumbres- altas cantidades de grasas y azúcares debidamente empaquetados en un producto diseñado por la mal llamada industria alimentaria, ¿Cuál es la probabilidad de que desarrolle un síndrome metabólico atribuible a sus genes? Pues el producto de las probabilidades de tener dicho síndrome y el de comportarse como la clase de persona que acaba desarrollando dicho síndrome. Pongamos que hablamos de un 0.75 (alta probabilidad de desarrollar síndrome metabólico) * 0.45 (tendencia comportamental influida por los genes a ingerir alimentos "tóxicos").....el resultado es....¡tachán!!!....¡¡¡casi un 34% de probabilidades, si un ambiente muy cargado de prohibiciones culturales o dónde los nutrientes de baja calidad y alta toxicidad escaseen no lo impide!!!
No, no estamos condenados por los genes, pero tampoco creo que estos expliquen solamente un 5% o un 10% de los problemas de salud relacionados con la alimentación, porque debe tenerse en cuenta la conducta en general y la alimentaria en particular, y el grado en el que éstas vienen influidas por los genes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario