Carl Honoré |
Con
demasiada premura tendemos a despreciar a quién nos pide calma, cuando creemos
que lo que nos traemos entre manos es fundamental y que nos va en ello, de
alguna forma directa o indirecta, la supervivencia misma. Es fácil pedir “tranquilidad”,
respondemos ofendidos, “pero resuelva usted este entuerto si puede”.
A mi
juicio tenemos un sesgo generado por la selección natural multinivel, como
miembros de grupos extensos, a considerar a quién no labora la mayor parte de
su tiempo como a un vago, un bobo, un flojo o un tramposo. Y dicho prejuicio
natural, pese a las innegables ventajas que tiene para estigmatizar dentro del
grupo social a aquellos que se escaquean, son débiles, necios e inútiles, puede
resultar pernicioso cuando tenemos que hacer, en nuestro mundo actual tecnológicamente
desarrollado, una evaluación racional de cómo empleamos nuestro tiempo. Porque
nadie quiere pasar por mal colaborador en la gran empresa que son nuestras
culturas y civilizaciones ni ante los demás ni, en muchos casos, ante sí mismo.
Y para colmo la cada vez mayor complejidad y dimensiones de las organizaciones y
las tecnologías cada vez más desarrolladas hacen de estas empresas culturales y
civilizacionales algo que potencialmente puede ir más rápido, lo que nos incita
a abusar del sesgo cognitivo hacia lo presuroso.
Ir
despacio lo hacen los ancianos, los que están enfermos, deprimidos, muy
cansados. El movimiento de una persona de mediana edad socialmente aceptada es
un allegro que transmite energía, salud,
curiosidad, entusiasmo, vitalidad….buenos genes. Se dice del que fracasa en la
gran carrera social que ha quedado rezagado. Y sí, la trayectoria vital de las
personas en el acceso y en el desarrollo de la vida adulta se considera una
carrera. Ya la misma denominación nos indica que hay que correr. La cosa está
muy enraizada en nuestra cultura de la
velocidad. ¿Qué se gana con ir despacio? Si uno va despacio queda
rezagado, fracasa vitalmente, es un viejo prematuro.
Y en medio
de este pandemónium kafkiano de locos que se cruzan apresuradamente en
pasillos desnudos y ni siquiera se miran, hay alguien que se atreve a
detenerse, mirar a su alrededor, y comenzar a recitar, lentamente, un Elogio de
la Lentitud. ¿Quién es ese loco? ¿Se cree acaso un profeta? ¿Qué nos quiere
vender, su libro? ¿Qué dice, el tipo ese? ¡¡Qué se aparte de nuestro camino que
llevamos prisa!! ¡Denle una limosna o háganle callar ya!
Pero el tipo
sigue ahí, tan tranquilo. Insiste en las ventajas de reducir el ritmo de
nuestras vidas, en lo que nos puede aportar tanto desde el punto de vista de la
satisfacción personal como ¡herejía! desde el punto de vista de la
productividad y del bienestar como grupo social. Dice que vivimos en una cultura
que santifica la velocidad y castiga al ostracismo o a una muerte rápida a la lentitud. Demasiado poético.
Pero cuando alguien coge su libro y lo lee, escéptico al principio,
simpatizando según avanza con reparos a gran velocidad por sus páginas (haciendo
pausas para valorar si no estará leyendo demasiado rápido) y, finalmente
convencido de la racionalidad de su planteamiento incluso cuando toca aspectos
de la vida en los que jamás se nos hubiera ocurrido pensar siquiera en ir
despacio, lo comprende todo. La lentitud es, con la medida adecuada, como todo en este complejo y
variado mundo, buena. Es más, es necesaria. Y se hace necesaria precisamente
con mayor fuerza en aquellos ámbitos en los que creemos que más necesaria es
la velocidad. Lentitud no es sinónimo, sino antónimo, de escaqueo: supone poner
toda la atención en las cosas que hacemos. No es sinónimo, sino antónimo, de
estupidez: implica considerar y reconsiderar las cuestiones importantes el
tiempo suficiente. No es sinónimo, sino antónimo de debilidad o cobardía:
consiste en sostener la mirada a la realidad que tenemos frente a nosotros para
abordarla mejor. No es sinónimo, sino antónimo, de vagancia: pues nos lleva a
trabajar afanosamente por transformar nuestra forma de organizar nuestro
tiempo, de establecer nuestras metas y nuestras prioridades, y luego nos
conduce a llevar a cabo lo que nos hemos propuesto al ritmo adecuado para su realización.
El periodista
Carl Honoré elogió la lentitud, y muchos probablemente pasaron de largo. Pero
la zozobra de nuestras agitadas vidas llevó a muchos otros a escucharle, a leerle,
a prestarle la debida atención, para ver si tenía algo que contarles que no hubieran oído o leído ya. Y la
sorpresa que probablemente se llevaron fue la de comprobar que de alguna forma
lo que les decía era algo en lo que ellos habían pensado fragmentariamente, sin
llegar a darle forma, sin, acaso, tener tiempo para darle forma. La lentitud es
buena.
Carl
Honoré ha respondido amablemente a nuestras preguntas y nos ha dedicado todo el
tiempo y la atención que hemos requerido para llevar a buen puerto la
entrevista.
En inglés:
1.- What is the “slow
movement”?
To me, Slow is a cultural revolution
against the notion that faster is always better. The Slow philosophy is not
about doing everything at a snail’s pace. It’s about seeking to do everything
at the right speed. Savoring the hours and minutes rather than just counting
them. Making deep connections with people, ideas, tasks and moments. Doing
everything as well as possible, instead of as fast as possible.
It’s about quality over quantity in everything from work to food to parenting.
2.-Does it has clear
origins or sources? And, as a Milan Kundera passionate reader, I would like to
ask you another question: How important is his book The Slowness (La lenteur) in
the slow movement?
People have been defending the value of
slowness for at least 200 years - think of the Romantics, the
Transcendentalists, the Arts and Crafts movement, even the hippies. But the
idea of a Slow Movement which seeks to blend fast and slow to help people work,
live and play better in the modern world is more recent. Born in Italy in the
early 1990s, the Slow Food movement helped recapture the word ‘slow’ as
something positive. But its focus is food.
My book, In Praise of Slow, was the
first to take the idea of Slow and apply it to everything we do: sex, work,
education, exercise, design, etc. I argued that Slow could be a universal label
to explain the benefits of doing everything at the right speed. That is why the
Financial Times said it was “to the Slow Movement what Das Kapital is to
communism.”
I loved Kundera’s book! It was the first
thing I read when I started playing around with the idea of slowing down as a
cultural and intellectual phenomenon. I remember devouring his novel in a
single sitting. I like the way Kundera tackles big ideas through very readable
fiction. Slowness explores the romantic collisions and entanglements of
several characters who seem at first unconnected. Some are in the modern world,
others are in the 18th-century, but weirdly they come together and interact at
the end of the novel. But the book is also a meditation on speed, technology
and slowness, and how these shape our experience of the world, other people and
ourselves. Kundera suggests that slowness opens the way to wisdom, memory,
sensuality and humanity. A slower world, he seems to be saying, would be a
better place. For anyone wanting to delve into the philosophical and
metaphysical underpinnings of the Slow revolution, it is wonderful primer!
Since my book was published, the Slow
movement has grown fast and bigger than I ever could have imagined. When I
first thought of calling the cultural change that I saw around us the
"slow movement," I entered this in Google and came up with zero web
pages. Today you enter "slow movement" and you get over a million
hits. There are now movements for Slow Travel, Slow Design, Slow Copywriting,
Slow Science, Slow Parenting, Slow Education, Slow Houses, Slow Research, Slow
Parks, Slow Libraries, Slow Art and the list goes on and on. Even people you
would never expect to embrace Slow are doing so. IBM has launched a Slow Email
movement. And there is even a strong Slow Fashion movement. I am regularly
contacted by students who are devoting their university theses to some aspect
of Slow, whether it be in Design, Urbanism, Travel, Medicine, etc. In 2011, La
Foire de Paris chose "Slow Time" as its official theme. The whole
fair was infused with Slow ideas and aesthetics - and it got massive media
coverage.
The most exciting thing is that more and
more people are putting the Slow idea into practice every day and in every walk
of life. Every day, I get emails from readers around the world telling me how
slowing down has change their lives, their careers, their families, their
companies.
And this is the key: by telling stories
about how slowing down works, the movement is helping other people take the
same step. We are all scared to decelerate, so it gives us confidence to see
others doing so and reaping the benefits.
3.- There is an
increasing evidence that stress kills , as it does smoking. However there
aren´t posters in public places, or in offices, saying: “Hey you, take it easy,
stress kills!” Would you advise our readers to decelerate their vital pace?
Actually, I’m seeing more and more posters
warning against the harm caused by too much hurry and speed and busyness. Here
is one you can see in the London Underground at the moment:
On a recent visit to Sao Paulo, Brazil, I
saw advertising billboards from Citibank with slogans that captured the Slow
philosophy. One went something like: "How many meetings did you have this
week? How many times did you go out with your friends?". Another was:
“Isn’t it sad to see a sunset from your desk?” And that is Citibank!
There are now public benches in Amsterdam
that block WiFi and phone signals – to encourage people to slow down, destress
and be in the moment.
That said, I agree that we need a lot more
posters in public places to remind us that faster is not always better and that
too much stress takes a toll.
Yes, my advice to readers is to reconnect
with your inner tortoise. We each have our own internal metronome. And the
secret is to honour that personal pace or tempo, and to live in harmony with
it.
My basic message is that life is not a
race. We have to destroy the cultural taboo against slowing down. This will
take courage, discipline and practice. And we cannot do it along. We can only
truly slow down if we slow down together. It helps to look at other people who decelerate
and do not feel guilty about it – we can all learn from them. And it also makes
it easier to challenge a taboo when you know you are not alone.
It is not easy to slow down. But it is
possible. No man is an island and when we start slowing down we have to take
account of the impact on people around us. That involves warning friends and
colleagues, explaining why your are going to do less, unplug your technology
more, and ask for more time for work assignments. I was afraid at first that
this was going to alienate people, and initially some were skeptical. But very
soon people began to understand that they could no longer reach me 24 hours a
day; that I wasn’t going to say Yes to every social and work offer; that I
might like a bit more time for a job. What I found is that people around me,
after a time of watching me slow down, began to implement similar changes in
their own lives.
The important thing to remember here is
that most of us are trying to do too much. A first step to slowing down is to
do less – to prioritize the things that are important and let everything else
go. When you do less, you don’t feel so much pressure to go fast.
Explaining why you are going to slow down
is essential. Together we all need to tackle the taboo against slowness. If you
make the case the Slow means better, people understand – and are more willing
to accept your deceleration than if you just slowed down without explaining.
And it is so worth the effort to slow
down.
Slowing down takes away the constant
stress about timekeeping. It allows us to rest and recharge our bodies and
minds. It improves our diet and the environment we live in. And it strengthens
our relationships and communities.
Slowing down brings an inner calm. This is
good for mental health but also for thinking more creatively. It also gives you
time and space to reflect deeply and ask the bigger questions: Who am I? What
is my role in the world? And that brings a greater depth and meaning to life.
It also creates a more cohesive society where people are interested in the
welfare of others.
Slowing down allows us to be more
efficient. We make fewer mistakes and better decisions.
It also gives us greater pleasure. We live
our lives instead of rushing through them. We are able to take real pleasure
from things. As Mae West famously said: “Anything worth doing is worth doing
slowly.”
You don’t have to quit your job, move to
the country and grow organic carrots to join the Slow movement. You can be Slow
anywhere because Slow is a state of mind. It is a like changing a chip inside
your head.
4.- There is also
fairly strong evidence that the frontal lobe - called "executive brain
" and "organ of civilization" by the neuropsychologist Elkhonon
Goldberg- has a slower processing of information -also more elaborated- ,which
requires longer times. One of the main functions of the frontal lobe is the
inhibition of impulses coming from the deep brain. In view of this, would not
be the slowness a more rational and civilized way of doing things , of
approaching life and its problems, once resolved the pressing needs of pure
survival?
Absolutely. The human condition is all
about balancing our lower and the higher impulses. I think two things are going
on here. First, biology. Our bodies and brains are wired to reward us for
seeking out short-term solutions that require minimum effort. But on top of
that we've created an entire culture that pushes us into the arms of the quick
fix. The media demands instants remedies for every problem; the financial
markets reward short-term thinking; the political system favours those who
think in terms of the next elections rather than long term. The self-help
industry peddles endless quick fixes. Underpinning all of this is a culture
that glorifies speed for its own sake and holds up busyness as a badge of
honour. Put all of this together and it's no wonder we reach for a band-aid
solution when deeper surgery is needed.
I agree that slowness opens the door to
more rational and civilized behaviour. This works at a purely pragmatic level.
Researchers at John Hopkins University have shown that, when faced with a clear
choice between right and wrong, we are five times more likely to do the right
thing if given time to think about it. Other research suggests that just two
minutes of reasoned reflection can help us look beyond our biases to accept the
merits of a rational argument.
But there is a deeper truth at work here.
Taking the time to think and reflect deeply, to meditate on the world, can
connect us with the higher, more noble parts of ourselves. It can help us find
our better angels.
5.-Let's talk about
economy. In competition there is an "arms race" between companies and
organizations in general to reduce costs and to speed up processes . The first
demand leads to more workload per worker, the second to more working time and
to an increase in deadline requirements . As you say in your book, is no
longer the big fish that eats the small, but the faster fish eating the slower.
But to provide quality products and services slowness is necessary in many
instances. Some people predict a future with masters and servants, aristocrats
and commoners. Can we somehow reverse this diabolical process with the practice
of slowness?
I think we can. For a start, slowing down
is the first step to asking and then seeking answers the big questions: What
kind of economy do we want to have? What sort of society do we want children to
grow up in? What kind of world do we want to leave for future generations?
At the moment, we are just skimming the
surface and avoiding this big debate that urgently needs to happen. We are putting
out fires in the economy without asking why those fires are starting in the
first place.
I think slowing down judiciously and
wisely can make individual companies and people more efficient and productive.
But that should only be the starting point. Ultimately slowing down needs to
lead to a deeper conversation about how we want to live.
6.- Continuing
somehow with the previous question we come to the question on nature and
culture. David P. Barash used the metaphor of the hare and the tortoise to
refer to the respective rates of change of culture and human nature. The
question we must ask is: is leading the "culture" to a world too fast
for our "nature"? If so, how can we defend ourselves?
Yes, I think we are reaching the point
where the world is simply too fast for human beings. lose the art of living.
Every moment of the day feels like a race against the clock, a dash to a finish
line that we never seem to reach. This roadrunner culture is taking a toll on
everything from our health, diet and work to our communities, relationships and
the environment. The economic crisis of recent years is a searing wake-up call,
a reminder that our fast-forward way of life is pernicious and ultimately
unsustainable. The economy was all about fast growth, fast profits and fast
consumption – and look at how it almost steered us into an economic apocalypse.
People are starting to understand that we
need profound change in the way we run our economies and societies, and in the
way we live together. There is a real hunger for change, for doing things
differently, for living at the right speed rather than as fast as possible.
Slow is not some fashion you read about in
the Sunday newspaper and then it’s gone two months later. I believe Slow is a powerful philosophy that
can change the world.
I would direct the skeptics out there to
look at the history of other social revolutions. Take the rise of feminism. In
the 60s, when feminists said the world was unjust and the moment for change had
come, the mainstream reaction was: “No, the world has always been this way. You
can’t change it. Go back to the kitchen!” But look at the world today.
Obviously there is a long way to go to create a world of perfect gender
equality, but a woman today could hardly imagine how severely life was limited
for her grandmother. I look at my sister and my grandmother and marvel at the change
in just two generations. And the green movement has followed a similar arc: it
was dismissed as a plaything for hippies and tree-huggers thirty years ago but
today is near the top of the political agenda. The message is that the world
can change, if we want it to. For a cultural revolution to occur, you need
three factors: the need for change; an awareness of the need for change; and
people willing to put that change into practice. We now have all three factors
in place for the Slow revolution to push on. I think the Slow movement is at
the same point as feminism or green-ism was 30 or 40 years ago. We won’t change
the world, or make it Slow, next month or next year. But it will happen.
How do we fight back? By living more
fully, by giving our full attention to every moment and every act. We have a
such a neurotic relationship with time. We see time as a bully to be feared or
conquered, or as a limited resource that
we must rush to exploit as fast as possible. This leads us into putting
quantity before quality. We end up cramming our schedules with activity and
stimulation in the false belief that this is the best way to make use of our
time. It is not. The best way to use time is to do fewer things but to give
them your full attention, energy and even love. You have to accept that the old
adage “time is money" does not always hold true: you can’t save up time
for a rainy day the way you can save up coins in a piggy bank. You only have
this moment now; you can’t save it for later. So the key is to live that moment
to the fullest.
Each person has their own "tempo
giusto." And you just know when you are living at the right tempo. You
feel it in your bones. You are more healthy. You feel fully engaged with what
you are doing. You take pleasure from each moment. You remember things clearly,
rather than forgetting them as soon as they are finished. You feel closer to
the people who matter to you. You are more creative and curious. You are more
productive at work. You have the time and space to reflect on the big questions
in life. You feel full of energy and optimism. You are completely alive.
7.- Nicholas Carr, in
his book The Shallows , paints a rather depressing picture about the pernicious
effect of information technologies on the human mind. He suggests that we are
becoming scattered, becoming somewhat less profound and more superficial. Just
one of the problems these technologies bring is that they make communications
much more fast, so that we can turn into puppets of social networks and virtual
contacts, and this can make us to lose touch with reality, with the tangible
and immediate world. Are we being accelerated by information technology? Would
it be advisable to devote them the minimum necessary time?
Yes and no. It’s not the fault of
technology. The problem is how we use it. People often assume that as a
proponent of the Slow movement I must be against new technology. They think
slowing down, putting your life in balance, means being a Luddite and throwing
away the gadgets.
Wrong.
I love technology and own all the latest
high-tech goodies. Tapping the Web and interacting with anyone anytime anywhere
is an amazing privilege. Technology is wonderful and can help us live rich,
happy, productive lives.
But it can also backfire on us. Human
beings are hardwired to be curious and to connect and communicate. Give us
limitless information and constant access to other people, and we don’t know
when to stop. Just as we carry on eating after our bodies have had enough food,
we keep on texting, surfing and tweeting long after our minds are overloaded
with data and stimulation.
Human beings need moments of silence and
solitude - to rest and recharge; to think deeply and creatively; to look inside
and confront the big questions: Who am I? How do I fit into the world? What is
the meaning of life?
Being “always on” also makes it hard to
stop and stare, to smell the proverbial roses. We miss the details, the fine
grain of the world around us when our eyes are glued to a screen. We lose the
joy of discovering things on our own, or by chance, when we stick to routes
prescribed by a GPS download. When travel involves firing off a stream of
texts, tweets and audio-video footage to friends and family back home, we never
completely immerse ourselves in a new place
The truth is that communicating more does
not always mean communicating better. In playgrounds across the world, you see
parents using phones while spending “quality time” with their children. Surveys
suggest that a fifth of us now interrupt sex to read an email or answer a call.
That is not seizing the moment; it’s wasting it.
Yet all is not lost. Whenever a new
technology comes along, it takes time to work out the cultural rules and
protocols to get the most from it. The Slow Movement is based on the simple but
powerful idea that we can live better if we seek to do everything at the right
speed. We should be using the technology when we need the speed, and switching
it off when we need to slow down.
8.- What are you now
working on? And , on the other hand : Do you take life more calmly now than
before your travel into slowness?
Having just published a new book, I’m now
focusing on all the other stuff I do. That means traveling around the world to
deliver talks and workshops on the benefits of slowness. I have made a radio
program for the BBC called The Slow Coach and am exploring other. I
write on my blog (www.carlhonore.com) and remain active
on social media such as Twitter and Facebook. I also spend a lot of time
helping and giving advice to people who are launching Slow projects or students
putting together exhibitions or theses on Slow.
I am walking the Slow talk. I have a very
clear before and after. In the past, every moment of my day was a race against
the clock. Now I almost never feel rushed any more. I do fewer things but I do
them better and enjoy them more. I take breaks during the workday to relax, eat
and do a bit of meditation. I stopped wearing a watch, which helped make me
less neurotic about time. I switch off my technology (email, iPhone, etc)
whenever possible, to avoid being always connected. It’s about quality rather
than quantity. I am living my life rather than rushing through it
I now have time for those moments that
give life meaning and texture – reading a leisurely bedtime story to my
children, enjoying a glass of wine with my wife in the evening, chatting with a
neighbor, stopping and staring at a beautiful building or sunset. I feel like
I’m living my life now instead of racing through it.
En castellano:
1.-¿Qué es el movimiento slow?
Para mí , Slow
es una revolución cultural en contra de la idea de que la rapidez es siempre lo
mejor. La filosofía Slow no propone hacerlo todo a un ritmo muy lento. Más bien
consiste en procurar hacer cada cosa a la velocidad adecuada. Saborear las
horas y los minutos y no sólo contarlos. Conectar profundamente con la gente, las
ideas, las labores y los momentos. Hacer todo lo mejor posible, en lugar de lo
más rápido posible. Se trata de priorizar la calidad sobre la cantidad en todo,
desde el trabajo a la alimentación o al modo de ser padres.
2. - ¿Tiene el movimiento orígenes o fuentes
claras? Y, como lector apasionado de Milan Kundera , le pregunto además: ¿Qué
importancia ha tenido su libro La lentitud (La lenteur ) en el movimiento Slow?
La gente
viene defendiendo el valor de la lentitud desde hace al menos 200 años – piense
en los románticos, los trascendentalistas, el movimiento Arts and Crafts, e
incluso en los hippies. Pero la idea de un movimiento Slow que intente combinar
la rapidez y la lentitud para ayudar a las personas en el trabajo, en sus vidas
y para desempeñarse mejor en el mundo moderno es más reciente. Eñ movimiento
Slow Food, nacido en Italia a principios
de los 90 ayudó a recobrar la palabra "lento" como algo positivo. Pero
dicho movimiento estaba centrado exclusivamente en la comida.
Mi libro ,
Elogio de la lentitud, fue el primero
en recoger la idea de la lentitud y aplicarla a todo lo que hacemos : sexo ,
trabajo , educación, ejercicio, diseño, etc. Defendía
en él que Slow podría muy bien ser un sello universal para explicar los
beneficios de hacer todo a la velocidad adecuada. Es por ello que el Financial
Times dijo que el libro era "al Movimiento Slow lo que Das Kapital al
comunismo".
¡Me
encantó el libro de Kundera! Fue lo primero que leí cuando empecé a jugar con
la idea de reducir la velocidad como un fenómeno cultural e intelectual. Recuerdo haber devorado su novela de una sola vez. Me gusta la
forma en que Kundera hace fluir las grandes ideas a través de una muy legible
ficción.
La Lentitud explora los enfrentamientos y los
enredos románticos entre varios personajes que en un primer momento parecen no
tener relación entre sí.
Algunos viven en el mundo moderno, otros en
el siglo XVIII, pero extrañamente se reúnen e interactúan al final de la
novela.
Pero el libro es también una meditación sobre
la velocidad, la tecnología y la lentitud,, y cómo éstas dan forma a nuestra
experiencia del mundo, de los demás y de nosotros mismos. Kundera sugiere que la lentitud abre el camino a la sabiduría, la
memoria, la sensualidad y la humanidad. Un mundo
más lento, parece querernos decir, sería un lugar mejor. Para aquellos que quieran profundizar en los fundamentos
filosóficos y metafísicos de la revolución Slow , ¡éste libro sería una
maravilloso iniciación!
Desde que
mi libro fue publicado, el movimiento Slow ha crecido más rápidamente y se ha
hecho más grande de lo que yo jamás pudiera haber imaginado. La primera vez que
pensé en llamar al cambio cultural que vi a nuestro alrededor "Movimiento
Slow", introduje esas palabras en Google y encontré cero páginas web. Hoy
en día escribes " Movimiento Slow" y obtienes más de un millón de
entradas .
Ahora hay movimientos para Viajes Lentos,
Diseños Lentos, Redacción Lenta, Ciencia Lenta, Crianza Lenta, Educación Lenta,
Casas Lentas, Investigación Lenta, Parques Lentos, Bibliotecas Lentas, Arte
Lento…y la lista sigue indefinidamente. Incluso la
gente de la que nunca esperarías que abrazara Slow lo está haciendo. IBM ha puesto en marcha un movimiento de Email Lento. E incluso
hay un fuerte movimiento de Moda Slow. Me
contactan regularmente estudiantes que dedican sus tesis universitarias a algún
aspecto de la lentitud, ya sea en Diseño, Urbanismo , Viajes , Medicina, etc.
En 2011 , La Feria de París eligió "Slow Time" como tema
oficial. Toda la feria estuvo inspirada
en las ideas y la estética Slow –y tuvo una gran cobertura en los medios .
Lo más
emocionante es que más y más gente está poniendo la idea de la lentitud en la
práctica todos los días y en todos los ámbitos de la vida. A diario recibo emails de lectores de todo el mundo que me cuentan
cómo el ralentizar les ha cambiado sus vidas, sus carreras, sus familias o sus empresas .
Y ahí está
la clave: al contar historias sobre cómo poner freno en los trabajos, el
movimiento está ayudando a que otras personas den el mismo paso. Todos estamos
asustados ante la perspectiva de decelerar, así que lo que nos da la confianza
para hacerlo es ver a otros haciéndolo y cosechando los beneficios.
3 - Hay una creciente evidencia de que el
estrés mata, igual que fumar . Sin embargo no hay carteles en los lugares
públicos , o en oficinas, que digan: "¡Eh, tú , tómalo con calma, el
estrés mata!" ¿Aconsejaría a nuestros lectores que decelerasen en su ritmo
vital?
En
realidad, lo que veo es cada vez más y más carteles de advertencia contra el
daño causado por el exceso de prisa, velocidad y ajetreo. Por ejemplo hay uno
que puedes ver en el metro de Londres en este momento. En una visita reciente a Sao Paulo, en Brasil, vi carteles
publicitarios de Citibank con lemas que capturaban la filosofía Slow. Uno era
algo así como: "¿Cuántas reuniones has tenido esta semana? ¿Cuántas veces
salíste con tus amigos? " . Otro era: "¿No es triste ver una puesta
de sol desde tu escritorio? " ¡Y estamos hablando de Citibank!
Ahora hay bancos
públicos en Amsterdam que bloquean las señales de WiFi y telefónicas -para
animar a la gente a reducir la velocidad , liberarse del estrés y estar en el
momento .
Dicho
esto, estoy de acuerdo en que necesitamos muchos más carteles en la vía pública
para recordarnos que lo más rápido no siempre es lo mejor y que el exceso de
estrés se cobra un peaje.
Y sí , mi
consejo a los lectores es que vuelvan a conectar con su tortuga interior. Cada
uno de nosotros tiene su propio metrónomo interno. Y el secreto está en honrar
a ese ritmo o tempo personal, y vivir en armonía con él.
Mi mensaje
principal es que la vida no es una carrera. Tenemos que destruir el tabú
cultural contra de la desaceleración. Esto precisará de coraje, disciplina y
práctica. Y no podemos hacerlo solos. Sólo podemos verdaderamente reducir la
velocidad si pisamos juntos el freno. Sería de ayuda buscar a otras personas
que desaceleran y no se sienten culpables por ello -todos podemos aprender de
ellos. Y también hace más fácil desafiar un tabú cuando se sabe que no está uno
solo.
No es
fácil ir más despacio. Pero es posible. Ningún hombre es una isla, y cuando
empezamos a frenar lo que tenemos que tener en cuenta es el impacto en las
personas que nos rodean. Eso implica a amigos íntimos y compañeros, y explicar
por qué vas a hacer menos, a desenchufar de la tecnología más y a pedir más
tiempo para los encargos en el trabajo.
Mi temor
inicial era que esto fuera a alienar a la gente, y al principio algunos eran
escépticos. Pero enseguida la gente comenzó a darse cuenta de que ya no podían contactarme
las 24 horas del día, de que no iba a decir que sí a todas las ofertas sociales
y de trabajo, y de que podría gustarme dedicarle más tiempo a un trabajo
particular. Y lo que encontré es que la gente que me rodea, tras verme un
tiempo frenando, comenzó a aplicar cambios similares en sus propias vidas.
Lo que
tenemos que recordar de todo esto es que la mayor parte de nosotros tratamos
siempre de hacer demasiado. Un primer paso para frenarnos es hacer menos -dando
prioridad a las cosas importantes y dejando pasar todo lo demás. Cuando haces
menos, no sientes tanto esa presión de “ir rápido”.
Explicar bien
por qué vas a reducir la velocidad es esencial. Todos juntos tenemos que hacer
frente al tabú contra la lentitud. Si argumentas a favor de que “lento”
significa “mejor”, la gente lo entenderá -y estarán más dispuestos a aceptar tu
desaceleración que si simplemente la realizas sin dar explicaciones.
Y merece
la pena el esfuerzo de reducir la velocidad. Disminuyendo
la velocidad expulsamos ese constante estrés de la puntualidad.
Eso nos
permite descansar y recargar nuestros cuerpos y mentes. Mejora nuestra dieta y
el medio ambiente en el que vivimos y fortalece nuestras relaciones y nuestras
comunidades.
Disminuir
la velocidad trae una calma interior. Esto es bueno no sólo para la salud
mental, sino también para pensar de forma más creativa. También te da tiempo y
espacio para reflexionar profundamente y plantearte las preguntas más
importantes: ¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi papel en el mundo? Y eso le da una mayor
profundidad y un mayor significado a la vida. Además crea una sociedad más
cohesionada, en la que la gente se interesa en el bienestar de los demás .
Disminuir
la velocidad nos permite ser más eficientes. Cometemos menos errores y tomamos
mejores decisiones.
Nos
proporciona además más placer . Vivimos nuestras vidas en lugar de atraversarlas
corriendo. Nos es posible obtener un placer real de las cosas. Como Mae West
dijo en una célebre frase : "Cualquier
cosa que valga la pena hacer, vale la pena hacerla lentamente".
No tienes
por qué renunciar a tu trabajo, ni irte al campo y cultivar zanahorias
orgánicas para unirte al movimiento Slow.
Puedes ser
lento en cualquier lugar porque la lentitud es un estado mental. Es como
cambiar un chip en tu cabeza .
4 . – Existe asimismo una evidencia bastante
fuerte de que el lóbulo frontal - llamado "cerebro ejecutivo" y
"órgano de la civilización" por el neuropsicólogo Elkonon Goldberg -
tiene un procesamiento más lento de la información -también más elaborado-, que
requiere tiempos más largos. Una de las principales funciones del lóbulo
frontal es la inhibición de los impulsos procedentes del cerebro profundo. En
vista de esto, ¿no sería la lentitud una manera más racional y civilizada de
hacer las cosas, de acercarse a la vida y a sus problemas , una vez resueltas
las necesidades apremiantes de supervivencia pura?
Por
supuesto. La condición humana radica en el equilibrio entre nuestras ,más bajos
y nuestros más elevados impulsos. Creo que aquí suceden dos cosas. Primero está
la biología. Nuestros cuerpos y cerebros están cableados para recompensarnos
por ir en busca de soluciones a corto plazo que requieran un mínimo esfuerzo.
Pero por encima de eso hemos creado toda una cultura que nos arroja en los
brazos de la solución rápida . Los medios de comunicación exigen remedios
inmediatos para todos los problemas; los mercados financieros recompensan los pensamientos
cortoplacistas; el sistema político favorece a los que piensan en términos de
las próximas elecciones en lugar de a aquellos que piensen en el largo plazo. La
industria de la autoayuda nos vende infinitas soluciones rápidas. Y sustentando
todo esto tenemos una cultura que glorifica la velocidad como su propio bien, ensalzando
el ajetreo como una prueba de valor. Si ponemos todo esto junto no podemos
extrañarnos de que hayamos llegado a una solución de poner tiritas cuando es
necesaria una cirujía profunda.
Estoy de
acuerdo en que la lentitud abre la puerta a un comportamiento más racional y
civilizado. Y esto es así incluso en un nivel puramente pragmático. Unos investigadores
de la Universidad John Hopkins han demostrado que, cuando nos enfrentamos a una
elección clara entre el bien y el mal, es cinco veces más probable que optemos
por lo correcto, si se nos da tiempo para pensar en ello. Otras investigaciones
sugieren que tan sólo dos minutos de reflexión razonada nos sirven para mirar
más allá de nuestros prejuicios y aceptar los méritos de un argumento racional.
Pero hay
una verdad más profunda en todo esto. Tomarse el tiempo para pensar y
reflexionar profundamente, meditar sobre el mundo, nos puede poner en contacto
con nuestras partes más elevadas y nobles. Puede ayudarnos a encontrar lo mejor
de nosotros mismos.
5.-Hablemos de economía. En competencia hay
una "carrera armamentista" entre las empresas y organizaciones en
general para reducir los costes y acelerar los procesos. Lo primero conduce a una
mayor carga de trabajo por trabajador, y lo segundo a más tiempo de trabajo y a
una mayor presión con los plazos. Como usted dice en su libro, ya no es el pez grande el que se come al
chico , sino el pez rápido al más lento. Sin embargo, para ofrecer
productos y servicios de calidad la lentitud es necesaria en numerosas
ocasiones. Algunas personas predicen un futuro de amos y sirvientes ,
aristócratas y plebeyos . ¿Podemos de alguna manera revertir este proceso
diabólico con la práctica de la lentitud ?
Pienso que
podemos. Para empezar , poner freno es el primer paso para pedir y buscar respuestas
a las grandes preguntas: ¿Qué tipo de economía queremos tener? ¿En qué clase de
sociedad queremos que crezcan los niños? ¿Qué clase de mundo queremos dejar a
las generaciones futuras ?
Por el
momento, nos limitamos a rozar la superficie, evitando este gran debate que tanto
urge que se produzca. Estamos apagando incendios en la economía sin preguntarnos
primero el porqué de dichos incendios.
Creo que
ralentizar prudente y sabiamente puede hacer que empresas y personas individuales
sean más eficientes y productivas. Pero ése sólo debe ser el punto de partida.
En última instancia la desaceleración tiene que llevarnos a una más profunda
conversación sobre cómo queremos vivir .
6.-Continuando en cierto modo con la pregunta
anterior, llegamos a la cuestión de la naturaleza y la cultura. David P. Barash
utiliza la metáfora de la liebre y la tortuga para referirse a las respectivas
tasas de cambio de la cultura y de la naturaleza humana .La pregunta que
debemos hacernos es: ¿Está conduciendo la "cultura" a un mundo
demasiado rápido para nuestra "naturaleza "? Si es así , ¿cómo
podemos defendernos?
Sí, creo
que estamos llegando al punto en el que el mundo es simplemente demasiado
rápido para los seres humanos. Se pierde el arte de vivir . Cada momento del
día se siente como una carrera contra el reloj hacia una meta que jamás parece
poder alcanzarse. Esta cultura de correcaminos está afectando en todo, desde la
salud , la alimentación y el trabajo a nuestras comunidades, nuestras relaciones
y el medio ambiente. La crisis económica de los últimos años es un agudo toque
de atención, un recordatorio de que nuestro modo acelerado de vida es
pernicioso y en última instancia insostenible. La economía consistía toda ella
en crecimiento rápido, ganancias rápidas y consumo rápido - y miren la forma en
que casi nos ha conducido a un apocalipsis económico.
La gente
está empezando a entender que necesitamos un cambio profundo en la forma en la que
llevamos nuestras economías y sociedades, y en la forma en que convivimos. Hay
una verdadera hambre de cambio, de hacer las cosas de manera diferente, para
vivir a la velocidad adecuada en lugar de tan rápido como sea posible.
La
lentitud no es una moda sobre la que leas en el periódico dominical, que
desaparecerá dos meses más tarde. Yo creo que es una filosofía de largo alcance
que puede cambiar el mundo.
Invitaría
a los escépticos a mirar a la historia de otras revoluciones sociales . Tomen
el auge del feminismo . En los años 60, cuando las feministas dijeron que el
mundo era injusto y que había llegado el momento de cambiarlo, la reacción
dominante fue: "No, el mundo siempre ha sido así. No podéis cambiarlo.
¡Volved a la cocina!". Pero mira el mundo de hoy. Obviamente hay un largo
camino por recorrer para crear un mundo de perfecta igualdad de género, pero
una mujer de hoy casi no podría imaginar cuan gravemente limitada estaba la
vida para su abuela. Miro a mi hermana y a mi abuela y me maravillo del cambio que
se ha dado en sólo dos generaciones. Y el movimiento verde ha seguido una
trayectoria similar: fue desestimado como un juguete de hippies y
abraza-árboles hace treinta años, pero hoy está cerca de la cima de la agenda
política. El mensaje es que el mundo puede cambiar, si queremos que lo haga. Para
que se dé una revolución cultural se necesitan tres factores: la necesidad de
cambio, una conciencia de la necesidad del cambio , y a personas dispuestas a
poner en práctica el cambio. .Ahora tenemos los tres factores dispuestos para
que la revolución lenta siga adelante. Creo que el movimiento Slow está en el
mismo punto que el feminismo o el movimiento verde hace 30 o 40 años. No vamos
a cambiar el mundo, o a hacerlo lento ni en el próximo mes ni el próximo año . Pero
va a suceder.
¿Cómo
podemos defendernos? Viviendo más plenamente, prestando toda nuestra atención a
cada momento y a cada acto. ¡Tenemos una relación tan neurótica con el tiempo! Lo
vemos como un abusón al que temer o dominar, o como un recurso limitado que hay
que apresurarse a explotar lo más rápido posible. Esto nos lleva a poner la
cantidad por delante de la calidad. Terminamos por abarrotar nuestras agendas
con actividades y estímulos, en la falsa creencia de que ésta es la mejor
manera de hacer uso de nuestro tiempo . Y no lo es.. La mejor manera de usar el
tiempo es haciendo menos cosas, pero prestándoles toda la atención, energías e
incluso amor. Hay que aceptar que el viejo adagio "el tiempo es oro" no siempre es
cierto: no puedes ahorrar tiempo para un día lluvioso de la misma forma que no
puedes meter las monedas en una hucha de cerdito. Sólo tienes este momento
ahora; no puedes guardarlo para más tarde. Así que la clave está en vivir el
momento al máximo.
Cada
persona tiene su propio " tempo giusto". Y simplemente sabes cuando
estás viviendo al tempo correcto. Lo sientes en los huesos. Estás más
saludable. Te sientes pletamente comprometido con lo que está haciendo. Extraes
el placer de cada momento. Recuerdas las cosas con claridad en lugar de
olvidarlas tan pronto como terminan. Te sientes más cerca de las personas que
te importan. Eres más creativo y curioso. Eres más productivo en el trabajo. Dispones
del tiempo y del espacio para reflexionar sobre las grandes cuestiones de la
vida. Te sientes lleno de energía y optimismo. Estás completamente vivo .
7.- Nicholas Carr, en su libro The Shallows ,
pinta un panorama bastante deprimente sobre el efecto pernicioso de las
tecnologías de la información en la mente humana. Él sugiere que nos estamos
volviendo dispersos, convirtiéndonos en cierto sentido en menos profundos y más
superficiales. Precisamente uno de los problemas que estas tecnologías generan
es que hacen las comunicaciones mucho más rápidas, por lo que podemos convertirnos
en títeres de las redes sociales y los contactos virtuales, lo que puede hacer
que perdamos contacto con la realidad, con el mundo tangible e inmediato. ¿No están
acelerando las tecnologías de la información? ¿Sería aconsejable dedicar a
ellas el tiempo mínimo imprescindible?
Sí y no.
No es culpa de la tecnología. El problema está en el uso que hacemos de ella La
gente a menudo asume que como defensor del movimiento Slow debería estar contra
las nuevas tecnologías. Creen que desacelerar, equilibrar sus vidas, pasa por ser
un ludita y liberarse de los aparatos.
Error.
A mi me
encantan las tecnologías y tengo todas las novedades en sus productos más
sofisticados. Poder teclear en la Web e interactuar con cualquier persona, en
cualquier momento y en cualquier lugar, es un increíble privilegio. La tecnología
es maravillosa y puede ayudarnos a vivir vidas más ricas, productivas y felices.
Pero
también puede volverse en nuestra contra. Los seres humanos estamos programados
para tener curiosidad y para conectarnos y comunicarnos. Dennos información
ilimitada y acceso constante a los demás, y no sabremos cuándo parar. Igual que continuamos comiendo cuando nuestros cuerpos tienen
bastante alimento, seguimos enviando mensajes de texto, navegando y twitteando
mucho después de que nuestras mentes estén sobrecargadas con datos y estímulos.
Los seres
humanos necesitamos momentos de silencio y de soledad -para descansar y recargar energías, para
pensar profunda y creativamente, para observar en nuestro interior y afrontar
las grandes preguntas: ¿Quién soy yo? ¿Cómo encajo yo en el mundo? ¿Cuál es el significado
de la vida?
Estar
siempre “conectados” además hace que sea difícil pararse y mirar, y oler las proverbiales
rosas . Echamos de menos los detalles, el grano fino del mundo que nos rodea
cuando nuestros ojos están pegados a una pantalla. Perdemos la alegría de
descubrir las cosas por nuestra cuenta, o por casualidad, cuando nos atenemos a
las rutas establecidas por una descarga de GPS. Cuando navegar implica disparar
a chorro textos, tweets y grabaciones de audio y video a amigos y de vuelta a
la familia, nunca nos sumergiremos por completo en un nuevo lugar.
El hecho
es que comunicarse más no siempre significa comunicarse mejor. En parques
infantiles de todo el mundo se ve a los padres usando los teléfonos mientras
pasan un "tiempo de calidad" con sus hijos. Las encuestas sugieren
que hoy en día una quinta parte de nosotros interrumpe el sexo para leer un
correo electrónico o contestar una llamada. Eso no es aprovechar el momento, sino
desperdiciarlo.
Sin
embargo, no todo está perdido. Cada vez que llega una nueva tecnología, se
precisa un tiempo para elaborar las normas y protocolos culturales para
disfrutar al máximo de ella.
El
movimiento Slow se basa en la simple pero poderosa idea de que podemos vivir
mejor si tratamos de hacer todo a la velocidad adecuada. Así deberíamos
utilizar la tecnología cuando necesitamos velocidad , y apagarla cuando tenemos
que reducirla.
8.-¿En qué está trabajando ahora? Y, por otro
lado: ¿Se toma ahora la vida con más calma que antes de viajar hacia la
lentitud?
Acabo de
publicar un nuevo libro, y ahora estoy centrado en todas las otras cosas que
hago. Eso significa viajar por todo el mundo para ofrecer charlas y talleres relacionados
con los beneficios de la lentitud. He realizado un programa de radio para la
BBC llamado El Coach Lento y estoy valorando
otros. Escribo en mi blog ( www.carlhonore.com ) y permanezco activo en las
redes sociales como Twitter y Facebook. También paso mucho tiempo ayudando y asesorando
a personas que están poniendo en marcha proyectos Slow o a estudiantes que
están preparando exposiciones o tesis sobre la lentitud.
Estoy
caminando por el discurso lento. Tengo muy claros el antes y el después. En el
pasado, cada momento de mi día era una carrera contra el reloj. Ahora ya casi
nunca me siento presionado. Hago menos cosas, pero las hago mejor y disfruto
más. Me tomo descansos durante la jornada de trabajo para descansar, comer y
hacer un poco de meditación. Dejé de llevar reloj, lo cual que ayudó a hacerme
menos neurótico respecto al tiempo. Apago mis tecnologías (correo electrónico,
iPhone , etc) siempre que sea posible, para evitar estar siempre conectado. Se
trata de la calidad más que la cantidad. Estoy viviendo mi vida en lugar de
apresurarse a través de ella.
Ahora
tengo tiempo para esos momentos que dan sentido y textura a la vida- leerle tranquilamente
a mis hijos un cuento antes de dormir, disfrutar de una copa de vino con mi
mujer por la noche, charlar con un vecino, pararme a mirar un bello edificio al
atardecer. Siento que estoy viviendo mi vida en vez de correr a través de ella.
1 comentario:
De lo que se trata es de hacer un buen uso de la lentitud, porque ella sola por si misma no es sinonimo ni de calma ni de felicidad, obviamente (Luis Manteiga Pousa)
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