“When I was a boy of 14, my father was so ignorant I could hardly stand to have the old man around. But when I got to be 21, I was astonished at how much the old man had learned in seven years.”
Cuando era un chico de 14 años, mi padre era tan ignorante que a duras penas aguantaba tenerle delante. Pero cuando cumplí los 21, yo estaba asombrado de lo mucho que el viejo había aprendido en 7 años.”
-Mark Twain
Dan Siegel |
Hoy quería comentar este artículo sobre los cambios que se producen en el cerebro y la conducta de los adolescentes, basado en las ideas del neuropsiquiatra Dan Siegel. Siegel había estudiado el desarrollo emocional y físico durante la infancia, pero cuando sus hijos llegaron a la adolescencia ,y empezaron a comportarse de formas palpablemente diferentes, se empezó a preguntar por lo que ocurre en la adolescencia y a revisar la investigación de los últimos 20 años sobre el desarrollo del cerebro. Fruto de ello es su libro Brainstorm The power and purpose of the teenage brain, que acaba de salir recientemente, y que todavía no he leído.
El primer mito que hay que desechar sobre esta etapa (que para Siegel va de los 12 a los 24 años) es que los adolescentes están dominados por las hormonas. Para Siegel lo más importante no es esto sino que el cerebro se está remodelado, y la primera parte de este proceso es lo que se llama poda (pruning, en inglés). A partir de los 12-13 años el cerebro empieza a suprimir buen número de conexiones sinápticas entre células y se destruyen algunas neuronas que estaban ahí desde la niñez. El siguiente proceso es el de la mielinización, rodear de mielina los axones, lo cual hace que las neuronas sean 3.000 veces más efectivas comunicándose entre sí. Este proceso no concluye hasta los 24-25 años.
La cuestión es por qué se producen estos cambios. Según Spiegel, esto ocurre para preparar a los niños para la vida adulta. Como él dice, imaginémonos que estás en casa en la cama, tu mamá viene y te dice cuánto te quiere y te llena de besos. Te dice que bajes a desayunar para ir al colegio. Te pone tus bollos o galletas favoritos y te vas al cole, juegas con tus amigos (estudias un poco, eso no es tan divertido), luego vuelves, juegas con la Play y a la noche te ponen el pijama, te meten en la cama y te cuentan cuentos para que te duermas. Es una caricatura, pero lo que quiere decir Siegel es que con una vida así, ¿por qué ibas a irte? Tiene que ocurrir algo en el niño que prepare al adolescente para abandonar la seguridad del hogar. Tiene que cambiar el cerebro de manera que le atraiga lo desconocido, que se atreva con lo que no es seguro y que crezca o prospere en la incomodidad.
Así que, además de los cambios que hemos mencionado, en la adolescencia la dopamina baja, disminuye. La dopamina aumenta cuando la gente se enfrenta a lo novedoso, lo incierto, lo no familiar. En palabras de Siegel: “la Naturaleza ha creado este cambio en el circuito de recompensa del cerebro para que tomar riesgos compense. La baja dopamina hace sentir al adolescente inquieto y aburrido con lo familiar y le empuja hacia algo nuevo”. La parte positiva de esto es que los adolescentes se van preparando para dejar el hogar, pero la parte negativa es que hacen cosas muy arriesgadas. Porque unido a lo anterior, el circuito de evaluación del cerebro está sesgado hacia los aspectos novedosos y excitantes de cualquier decisión. Los adolescentes conocen los riesgos de conducir rápido (o de las relaciones sexuales sin protección), pero a pesar de ello, lo hacen. Aunque el cuerpo de un adolescente es más fuerte que el de otras épocas de la vida, hay un riesgo 3 veces mayor de sufrir accidentes y de morir por causas potencialmente prevenibles.
La adolescencia es también la época de hacerse adicto a las drogas (tabaco, alcohol, drogas ilegales…) al juego, y también el momento en que aparecen las enfermedades mentales: ansiedad, depresión y sobre todo la esquizofrenia. Siegel cree que estas enfermedades aparecen porque la poda que se produce en la adolescencia desenmascara circuitos vulnerables que durante la niñez funcionaban suficientemente bien.
En esta etapa se produce otro cambio importante: se dejan de seguir los dictados de los padres en todo tipo de normas y conductas (el pelo, la ropa, piercings, etc), para seguir lo que dice el grupo. La importancia de los iguales, del grupo de amigos de su edad, es determinante en estos años. Los padres pasan de ser los héroes y los dioses de sus hijos que eran durante la niñez, a ser unos inútiles que no saben nada de la vida, además de los culpables de lo mal que está el mundo. Pero este cambio tiene también su sentido evolucionista. El mundo de los padres es el pasado. El mundo en el que vivirá el adolescente es el de sus iguales, no el de su padres. Donde tiene que conseguir ser aceptado, integrarse, conseguir pareja, etc., es en el mundo de sus iguales, por eso es fundamental que vuelva su atención a las normas y valores de ese nuevo mundo (el impulso a ser aceptado, la necesidad de integrarse de los adolescentes es una de sus señas de identidad). Este cambio de orientación es necesario también para que se produzcan cambios y un progreso.
Si todo esto que comentamos es cierto, y a mí me parece que en buena medida sí lo es, la interesante conclusión que podemos sacar es que los cambios de la adolescencia no los podemos achacar simplemente a inmadurez, sino que esos cambios están orquestados por la naturaleza para que ocurran en el momento y la dirección en que se necesitan y que tienen un sentido evolucionista. La conducta adolescente es tan apropiada a esa edad como jugar lo es en la niñez. Por lo tanto, una visión exclusivamente psicológica de las dificultades que los padres tenemos con nuestros hijos en esta etapa se queda corta. Tenemos que integrar estos conocimientos acerca del desarrollo del cerebro para entender mejor este periodo. Y un consejo final que da Siegel a los padres porque es, tal vez, el reto mayor para ellos: “no tratéis al adolescente como a un niño porque es humillante y le quita poder, el adolescente está ya en otra etapa”.
@pitiklinov
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