lunes, septiembre 30, 2013

Historia, no ingeniería


La estrategia de un naturalista a la hora de observar un ser vivo es lo que Dan Dennett llama ingeniería inversa: observas detenidamente cualquier parte y te preguntas cuál es su función adaptativa, es decir, te inventas un ingeniero ficticio y piensas qué se le pasaba por la cabeza mientras diseñaba la pieza en cuestión. Tal estrategia implica necesariamente que todas las piezas de un ser vivo son adaptaciones y solamente adaptaciones. Y aquí está uno de los grandes debates que traen de cabeza a todos los que, alguna vez, han abordado profundamente el tema de la evolución biológica: ¿todo son adaptaciones?

Desde una primera aproximación parece que sí: el mundo vivo está lleno de aletas, garras, flagelos, ojos, colmillos, aparatos digestivos... ¡Hay adaptaciones por doquier! Pero pronto comienzan las excepciones: órganos rudimentarios o vestigiales que no valen absolutamente para nada (a mí me encanta especialmente el tubérculo de Darwin), las celebérrimas pechinas de Gould y Lewontin (exaptaciones o elementos que son subproductos de adaptaciones), o, en fin, cualquier producto del azar genético que no suponga en sí mismo una ventaja selectiva (epifenómenos, efectos secundarios, colaterales o como uno quiera llamarlos). Podríamos encontrar rasgos selectivamente neutrales o, incluso malos, pero no lo lo suficiente para matar al individuo antes de que se haya reproducido. Pongamos un ejemplo: podría darse el caso de encontrar un rasgo fenotípico que ha perdido su función como adaptación positiva (un órgano vestigial) que, antes de servir como adaptación fue un subproducto de otra adaptación (una exaptación) y que, durante un tiempo, fue nocivo para su huésped pero que, debido a un cambio en el ecosistema (llegó una glaciación, dejó de llover durante muchísimo tiempo o se extinguió un competidor directo por los recursos), resulto ser una ventaja magnífica. Si un naturalista se encuentra con tan peculiar órgano, ¿cómo tratarlo desde la ingeniería inversa?

De hecho, este modus operandi ha traído a muchos psicólogos evolucionistas a situaciones ridículas. Cuando estudian el cerebro humano, un fruto evolutivo muy reciente en su estado actual de desarrollo, se encuentran conductas tan típicas del homo sapiens actual como escribir poesía, rezar o ver un partido de fútbol por la tele. Venga, ingeniería inversa: ¿qué función adaptativa tienen esas conductas? A echarle imaginación y piruetas retóricas: se escribe poesía principalmente para seducir a las damas, por lo que hacerlo puede mejorar tus posibilidades de éxito reproductivo; rezar puede darte prestigio y poder social, lo cual es posible que te de acceso a más hembras; y ver un partido de fútbol puede fomentar tu sentimiento de pertenencia a un grupo y para sobrevivir, más vale estar acompañado de amigos que te defiendan que estar solo. Errores graves que desprestigian la psicología evolucionista. Yo estoy completamente seguro que escribir un poema, rezar o ver un partido no son adaptaciones, no tienen una conexión clara y directa con sobrevivir o tener éxito sexual por mucho que uno se esfuerce por encontrarla.

¿Cómo debe obrar entonces el naturalista al describir una especie cualquiera? ¿Y el psicólogo evolucionista para explicar la conducta humana? La ingeniería inversa no está del todo mal. Ya hemos dicho que hay muchas adaptaciones. Sin embargo, a este enfoque se tiene que sumar la que creo que es la mejor idea que la revolución darwiniana trajo consigo: ser conscientes de que la vida tiene historia. Frente al fijismo, los evolucionistas sostuvieron que las especies cambian a lo largo de un tiempo larguísimo. Esto significa que, debido a la continuidad de la vida, la especies cambiaron sobre la marcha y este sobre la marcha es fundamental. No es lo mismo reparar un barco en un dique seco que hacerlo en alta mar y los seres vivos son, precisamente esto último: barcos que se modifican sin poder parar de navegar. No es lo mismo encontrarse un reloj y averiguar cómo funciona (aquí la ingeniería inversa es perfecta) que encontrarse con una extraña máquina de millones de años de antigüedad que ha estado modificándose infinidad de veces (y sigue haciéndolo. También es muy importante tener en cuenta que los organismos vivos no son objetos terminados como el reloj sino que siguen cambiando, que siempre están a medio hacer), en función de los diferentes entornos con los que se ha enfrentado durante su dilatada existencia y, para más INRI, sabiendo que el creador que lo ha diseñado no es, precisamente, un hábil ingeniero, sino un chapucero aficionado al bricolaje que construye, en la mayoría de las veces, con recursos muy limitados.

Mi consejo para el psicólogo evolucionista es que tenga clara una idea: cuanto más complejo sea un organismo, tantos más efectos secundarios de sus adaptaciones tendrá. Si pensamos que el cerebro humano es el objeto más complejo del universo, el número de dichos efectos será altísimo y la complejidad de relaciones entre adaptaciones y sus efectos será apabullante. Por lo tanto, querido psicólogo, huye de las descripciones facilonas que dan a cada conducta una explicación adaptativa y, en vez de eso, estudia su historia natural.  Para estudiar la evolución hay que ser mucho más que un James Watt, un Eric Hobsbawm.

jueves, septiembre 26, 2013

Las tres suposiciones sobre el error


Es un hecho conocido que no juzgamos igual los errores de los demás y los propios, que vemos muy bien la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio. Sufrimos de una gran cantidad de sesgos cognitivos que distorsionan nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. Hay varias páginas en Internet donde se recopilan, incluida una de Wikipedia, y Daniel Kahneman ha recogido un buen montón de ellos en su libro Pensar rápido, Pensar despacio. Pero es que además somos ciegos a nuestros propios sesgos, y muchas veces no sirve de nada que nos los expliquen, porque seguiremos pensando lo mismo.
Kathryn Schulz

A esta asimetría los psicólogos le llaman Bias Blind Spot. Explicamos a alguien, por ejemplo, la ilusión de superioridad, ese sesgo por el que la mayoría pensamos que somos mejores que la media conduciendo, o haciendo lo que sea, y la gente lo entiende. Luego les preguntamos hasta qué punto ellos están sesgados y la mayoría de la gente dice que eso a ellos no les pasa. Es muy curioso: una cosa que es de aplicación a todos los seres humanos sencillamente pensamos que a nosotros no nos afecta...¡ y nos quedamos tan panchos! 

Vamos a poner un ejemplo de este tipo de fenómenos. Pongamos que yo soy un gran bebedor de té y que llevo  más de 20 años bebiendo té. Por otra parte, vengo de una familia de grandes bebedores de té, y además soy el gerente de una empresa familiar de té (Té Verde International). Un observador imparcial reconocería inmediatamente que yo tengo tres razones para creer que el té es muy saludable, pero que ninguna de esas tres razones tiene nada que ver con la realidad de si el té es saludable o no. La primera razón es que yo mismo llevo décadas bebiendo té y me resistiría a creer que no me ha servido de nada, o que incluso es perjudicial. En segundo lugar como vengo de una larga tradición de bebedores de té si cuestiono esa creencia me podría crear problemas en mis relaciones sociales y familiares. Por último, mis alubias dependen de la creencia en que el té es saludable. Es decir, que tengo poderosas razones sociales, psicológicas y prácticas para creer que el té es saludable. Sin embargo, yo no puedo aceptar que mi creencia en que el té es saludable tenga nada que ver con ello, si me preguntan lo más probable es que diga que mi convicción se basa en los hechos, en que es verdad que el té es saludable.

Pero si el gerente de una empresa de té es otra persona, entonces yo no tengo ningún problema para juzgar que sus creencias se basan en un interés personal. Nuestra ceguera sólo se aplica a nuestros propios motivos, no a los de los demás. En otras palabras, si queremos desacreditar una creencia argumentaremos que es ventajosa y si la queremos defender diremos que es cierta, que se basa en hechos. Algunos plantean que nosotros sólo podemos ver nuestra propia mente y no la de los demás y que eso da lugar a una asimetría metodológica: sacamos conclusiones acerca de los sesgos de los demás basándonos en las apariencias externas -en si sus creencias sirven a sus intereses- mientras que sacamos conclusiones acerca de nuestros sesgos basándonos en la introspección. Como mucho, podríamos reconocer la existencia de algunos factores que podrían haber sesgado nuestro juicio pero concluiremos que no, que no lo hicieron. Tampoco sorprende que este método de valorar los sesgos sólo lo aceptamos para nosotros mismos y para nadie más. Es decir, que no nos quedamos tranquilos ni creemos a la persona que nos dice que ha mirado en su interior, en su mente y en su corazón y ha concluido que ha sido justo y objetivo (con los demás no somos tan indulgentes).

O sea, que miramos en nuestro corazón y vemos objetividad, miramos en nuestra mente y vemos racionalidad y miramos a nuestras creencias y vemos la realidad. Pero este fenómeno tiene una serie de consecuencias, entre ellas las tres suposiciones sobre el error que vamos a comentar a continuación.

La primera es la Suposición de la Ignorancia. Dado que pensamos que nuestras creencias se basan en hechos concluimos que la gente que no está de acuerdo con nosotros simplemente no ha sido expuesta a la información adecuada, y que si les exponemos a ella, automáticamente, se van a pasar a nuestro bando. Esta suposición está extraordinariamente extendida, los religiosos evangelistas, los activistas políticos, y los Gobiernos, por citar sólo algunos, tienen la convicción de que puedes cambiar las creencias de la gente educándoles sobre los asuntos que sea. Pero esta suposición es muy ingenua. La ignorancia no es, la mayoría de las veces, un vacío que hay que rellenar sino un muro mantenido activamente, la mayoría de las veces por mecanismos inconscientes (hablo del nuevo inconsciente, no del de Freud). También podría ser que, una vez examinados los hechos, contradigan nuestras creencias , no las del adversario, o que los hechos sean los suficientemente ambiguos para admitir múltiples interpretaciones. Pero ignoramos esas otras posibilidades. Cuando otra gente rechaza nuestras creencias es que les falta buena información. Cuando nosotros rechazamos sus creencias, por supuesto, es en base a buena información y a un buen juicio.

Cuando la Suposición de Ignorancia nos falla, y la gente de forma cabezona mantiene sus desacuerdos con nosotros después de que les hemos iluminado e ilustrado sobre el tema, pasamos a aplicar la Suposición de la Idiotez. Concedemos que nuestro oponente conoce los hecho pero no tiene cerebro para comprenderlos. Kathryn Schulz en su libro Being Wrong cuenta el caso de una abogada de izquierdas, criada en un ambiente progresista y educada en una escuela liberal, que al final acudió a la Facultad de Derecho de Yale y que entonces se encontró con gente que no estaba de acuerdo con ella y, sin embargo, eran increíblemente inteligentes. Le contaba a Kathryn que , aunque parezca ridículo, no fue hasta entonces que se dio cuenta de que los conservadores podían ser inteligentes. Pero, evidentemente, esto nos pasa a todos...piensa en las veces en que todos pensamos: ¿“pero qué tipo de idiota podría creerse...”?

Y cuando vemos que no es un problema de ignorancia, ni de inteligencia, entonces pasamos a la tercera suposición: La Suposición de la Maldad. Nuestros oponentes no son ignorantes ni tontos, pero han vuelto la espalda deliberadamente a la verdad, son malos. Esta suposición tiene una vieja relación con la religión. Pero es muy común en el mundo de la política. Tendemos a confundir nuestros modelos de la realidad con la realidad misma. De hecho, de los que no piensan como nosotros decimos que no están en el mundo real, cuando lo que queremos decir es que no habitan nuestro modelo del mundo, que no comparten nuestra visión de cómo son las cosas. Pero, al errar en ver el mundo como lo vemos nosotros, están en realidad minando su realidad y amenazándolo con su destrucción. Y nosotros, lógicamente, suponemos la misma amenaza para ellos. Implícita o explícitamente, estamos negando que ellos posean las mismas facultades intelectuales y morales que nosotros tenemos y negando el valor y el significado de sus experiencias de la vida. No se nos oculta el peligro potencial de esta última suposición y el riesgo de violencia que puede engendrar. Si los adversarios son unos depravados y unos malvados, caemos en una cuesta resbaladiza que nos puede llevar a excluirlos de nuestro círculo moral y, por lo tanto, a no aplicarles los mismos derechos que aplicamos a los miembros de nuestro grupo: a los que piensan como nosotros.

Tenemos una tendencia a tomar nuestras historias por infalibles, y a desacreditar a los que no están de acuerdo con nosotros como malvados o ignorantes. Estas tendencias alimentan el conflicto: los que no piensan como nosotros son peligrosos y hay que silenciarlos, porque pueden destruir nuestro mundo. Estas suposiciones son, por lo tanto, muy peligrosas, porque nos hacen muy difícil aceptar nuestra capacidad de equivocarnos. Si asumimos que los que están equivocados son ignorantes, idiotas o malos, no tenemos que confrontar la posibilidad de que los que estemos equivocados seamos nosotros mismos.

@pitiklinov en Twitter

Referencia:


miércoles, septiembre 25, 2013

Ciencia Ficción versus ficción sin ciencia

Benedicto XVI
El primer Papa de la Iglesia Católica que se retira parece no querer perder su protagonismo. Como hombre de palabra, y presunta encarnación del Verbo, Benedicto XVI (Biendicho XVI) ha tenido la valentía (algunos dirían la osadía) de atreverse a responder al biólogo evolucionista Richard Dawkins después del mucho tiempo y esfuerzo que éste último ha dedicado a negar matizadamente la divinidad, calificándola de algo sumamente improbable. 

La respuesta no ha sido directa, sino a través de un intercambio epistolar con otro científico, un matemático italiano. Entre otras cosas, el platónico Benedicto ha dicho que la única ciencia verdadera son las matemáticas, demostrando con ello una insólita obnubilación que ha llevado a más de uno a pretender matematizar todas las ciencias, como si todo fuera cosa de los números y todo se pudiera resolver, como propusiera Leibniz, con un "¡Calculémos!".

Pero ¿Qué sucede cuando el "calculémos" no es viable, como se obceca la realidad, ese mastodóntico estorbo a nuestros ideales, en demostrarnos en tantas y tan comprometidas situaciones? Pues que queda al arbitrio de cada cual lo que es cierto y lo que no. ¡¡Pero Benedicto, querido, si tú condenas el relativismo!! Claro que sólamente en lo que concierne a los valores (los únicos absolutos son los cristianos, y si nos ponemos rigurosos los católicos, apostólicos y romanos).

Desde aquí he considerado en más de una ocasión la ofensiva ateísta de Dawkins como algo innecesario, con una Iglesia en retirada que quedaba muy bien como trasfondo cultural de nuestra civilización, pero parece que me equivocaba.

Calificar el Gen Egoísta como una obra de Ciencia-Ficción no sería algo tan grave si dicha valoración proviniese de algún biólogo evolucionista que considerase algunas partes del libro más científicas y otras (como la referida a los memes) más especulativa. En cualquier caso no creo que nadie en sus cabales dentro del mundo de la ciencia se atreviera a utilizar una expresión como esa para hacer una crítica de la obra. Ciencia-Ficción se asocia a especulaciones a partir de la ciencia presente para construir un escenario futuro que, como tal escenario, no es real, sino meramente imaginado, proyectando lo que se conoce o cree conocer en una obra de ficción, generalmente, si no siempre, literaria.


Richard Dawkins
Las proyecciones de la Iglesia a lo largo de toda su historia, tanto hacia delante como hacia atrás en el tiempo son, en cambio, sin ningún género de dudas, pura ficción, sin asomo de ciencia, esto es -en este caso- de comprobación reiterada de los hechos. Ni la Biblia (ese pasado santificado) merece el más mínimo crédito, por más que tenga un trasfondo histórico-cultural -del cual mejor no hablar, dada la barbarie que representa- ni el más allá (ese futuro prometido) se ha hecho presente, o se nos ha presentado, salvo en cuentos y leyendas. 

¿Y qué decir del Juicio Final? Mejor no tener presente el Libro del Apocalipsis, que parece escrito por un tipo que descubrió el LSD mucho antes de que Albert Hofmann lo descubriera casualmente (claro que ha habido mayores milagros en la historia de la Iglesia, no debiera sorprendernos). 

En fin, que Biendicho number sixteen, que lee la ciencia como si fuera ficción y la ficción como si fuera no sólo ciencia, sino verdad pura y dura, ha hablado, y ha dado con ello la razón a Dawkins. 

Ya se sabe: más vale mantenerse calladito y parecer un burro que rebuznar y confirmarlo.

¡Ah! y que me perdonen los burros. 

viernes, septiembre 20, 2013

El duelo en los animales


Barbara J. King, profesora de Antropología e investigadora de conducta animal - sobre todo ha trabajado con mandriles en Africa-, ha publicado recientemente How Animals Grieve, un libro dedicado al duelo en el mundo animal. El libro me ha decepcionado porque prácticamente se limita a recoger “casos clínicos”, observaciones individuales, pero, lógicamente, la culpa no es de Barbara sino de que hay muy poca investigación reglada en este campo. Me ha sorprendido que haya casos observados de duelo en animales “inferiores” (conejos o cabras) y que no los haya en otros más “superiores”, como los monos. Insisto en que vamos a comentar en general casos registrados en algunos animales de una especie sin que sea esa  la conducta habitual de la especie. Sin embargo, no hay que subestimar la existencia de esos casos, aunque desde el punto de vista científico no son suficientes, por supuesto, para establecer un fenómeno. Frans de Waal empezó observando casos de reconciliación en chimpancés y luego se ha visto que la reconciliación es una conducta habitual en ellos. Históricamente, la ciencia ha subestimado el pensamiento y el sentimiento animal, pero ahora los científicos, con experimentos y grabaciones de vídeo, están demostrando que piensan y sienten de manera más profunda de lo que sospechábamos. 
Barbara J. King

Muchas de estas observaciones son llevadas a cabo por personas amantes de los animales, lo cual tiene ventajas e inconvenientes. Por un lado, estas personas pueden tener la tendencia a antropomorfizar, a humanizar, a interpretar en clave humana conductas de sus mascotas, actitud que por supuesto no es nada científica, y hay que tomar todos estos relatos con una buena dosis de escepticismo. Pero, por otro lado, estas personas observan durante años a sus mascotas en todo tipo de situaciones, y este exhaustivo “trabajo de campo” puede producir una valiosa base de datos que puede ser aprovechada para investigaciones posteriores. 

Entre los casos sorprendentes que relata el libro, hay una observación realizada por el zoólogo Maurice Burton de una gallina vieja y casi ciega que era ayudada por una gallina más joven y en buen estado de salud. La gallina joven recogía comida para la más vieja y la ayudaba a instalarse en el nido a las noches. Cuando la gallina mayor murió la joven dejó de comer y se debilitó hasta el punto de que falleció en dos semanas. Una amiga de Barbara cuenta un caso realmente difícil de creer, siguiendo con gallinas, en el que en una ocasión vinieron varias de ellas haciendo ruido a su casa, llamando con sus picos a la puerta; la amiga salió corriendo a la puerta y las gallinas salieron disparadas para la piscina donde se encontraba Cloudy, una de las gallinas, luchando sin poder salir del agua hasta que fue rescatada. Si esto es cierto, implica un montón de cosas a nivel cognitivo: reconocer que un compañero está en peligro, buscar ayuda de un humano sabiendo que este puede ayudar, ser capaces de llamar la atención del humano y dirigir al humano hacia el lugar del problema...ufff!¿demasiado para una gallina? Eso parece, pero hay algunos estudios en pollos donde son capaces de reconocer hasta cien caras distintas e identificar un objeto cuando se les muestra solo una parte...tal vez no podemos todavía descartar otras capacidades.

Hay una relación directa entre el duelo y el amor. Para hacer duelo primero hay que haber amado. Si no amas a alguien o te da igual, no vamos a sentir pena por su muerte. Por lo tanto, reconocer duelo en animales es indirectamente reconocer que son capaces de amar, de crear vínculos. La definición de amor a utilizar en estos casos es un deseo de estar cerca, de interactuar, con un semejante por razones que pueden incluir, pero que no son únicamente, de comer, de que el otro le defienda de un depredador, o por sexo. Si, entonces, por la razón que sea (la muerte de uno de ellos puede ser una) los animales no pueden pasar tiempo juntos, el animal que ama sufre de una manera visible. Lo más normal es que se niega a comer, pierde peso, se muestra inactivo, sin interés en actividades y su lenguaje corporal es indicativo de tristeza y depresión. Una conducta que suele repetirse es la de buscar al animal fallecido y la de gritos o vocalizaciones en un tono especial. Estamos hablando por tanto de situaciones en las que hay un vínculo previo.

Definida así la situación, se han observado manifestaciones de este tipo en gatos, perros, caballos, cabras, conejos, bisontes, gansos y hasta un pato. Según datos de la asociación ASPCA dos tercios de los perros exhiben cambios conductuales negativos cuando otro perro de la casa muere. Es muy famoso el caso del perro japonés Hachi que esperó a su dueño en la estación durante más de diez años hasta su propia muerte. En caballos se ha observado que en algunos casos hacen círculo alrededor del fallecido a modo de protección. Se ha convertido ya en práctica habitual en establos asegurar que el resto de caballos puedan ver al compañero muerto, cosa que se está haciendo también en zoológicos -sobre todo con primates- y granjas, como forma de mejorar la evolución del duelo.

Comentaba antes que sorprendía la ausencia de duelo en los monos. Lo que sí se ha observado en macacos es que las madres a las que se les ha muerto el bebé lo siguen acarreando a veces durante días (diecisiete es el récord), mucho tiempo después de que haya empezado a descomponerse, o se haya momificado, incluso. No existe una explicación para esta conducta -conducta que tiene un coste muy alto por el esfuerzo que supone y que llega a comprometer la alimentación de la madre- pero la propia Barbara no lo considera un duelo. Algunos dicen que las madres no son capaces de darse cuenta de que el bebé ha fallecido pero eso es poco creíble. Los monos son lo bastante inteligentes para diferenciar un ser vivo y en unas criaturas con un sentido del olfato tan desarrollado los olores producidos por el cadáver tienen que ser muy explícitos. Por ejemplo, en hormigas se sabe que identifican la muerte por el olor. Cuando una hormiga se muere las demás siguen su vida y pasan alrededor sin hacer ni caso, pero, al de dos días, alguna la coge y la arrastra a una especie de cementerio. Se sabe que es por la producción de ácido oléico. Se ha observado que las madres macaco cuyo hijo ha vivido más días y por lo tanto han tenido más tiempo de hacer vínculo no muestran esta conducta de acarrear el cadáver con más frecuencia, lo que no es lógico desde el punto de vista de la teoría del duelo que hemos esbozado al principio de que hay una relación entre vínculo y duelo. En mandriles se ha observado que si la madre abandona momentáneamente al bebé muerto, algún familiar o algún macho amigo vigila el cadáver hasta que la madre vuelve. Esto tal vez podría indicar que se considera una posesión de la madre o del grupo.

Donde sí hay recogidos muchos ejemplos, por diversos científicos, de duelo es en elefantes y podemos decir que es el caso más cercano  a la certeza científica para poder afirmar que existe duelo en animales. Los elefantes se interesan por el cadáver, vuelven repetidamente a él, o al lugar de enterramiento, examinan los huesos, muestran conducta altruistas y compasión por el sufrimiento, y no solo hacia familiares. Hay algunos informes de que identifican incluso los huesos de familiares muertos pero eso no se ha comprobado en estudios, lo que sí se ha comprobado es que muestran mayor interés por huesos de elefante que de otras especies. También se han descrito casos en los que los elefantes han revuelto la tierra alrededor del cadáver llegando a cubrirle parcialmente y en animales de zoológico de algunos que han cubierto con mantas o algún trapo al fallecido. Por supuesto caos aislados y sujetos a múltiples interpretaciones.

En chimpancés también hay descritos casos de duelo desde el famoso caso de Flint relatado por Jane Goodall en Gombe, al morir su madre Flo. Las madres chimpancé también acarrean a veces a sus bebés fallecidos. Hay un ejemplo de acarreo de hasta sesenta y ocho días. Hay descritos casos de una especie funeral o de duelo colectivo, todo el grupo reunido muy afectado por la muerte de uno de ellos. Como decía más arriba actualmente en los zoos se suele dejar el cadáver para que todos los compañeros lo vean y luego se recoge delante de ellos. También existen casos de duelo descritos en gorilas.

El vínculo materno-filial es el primero y por tanto es lógico que el primer duelo es también el maternal. Para el bebé la muerte de su madre supondría la mayoría de las veces su propia muerte pero los bebés muestran una respuesta de separación, un sufrimiento y desesperación que están muy relacionados lógicamente con el duelo. Este vínculo existe en los mamíferos así que podemos esperar duelo en todos ellos. En el mundo acuático se han encontrado también ejemplos de duelo materno en delfines y , dado que son animales muy sociales, no sería descartable que otros animales, además de la madre, hagan duelo.

Por último, hay descritos casos de duelo en pájaros. Hay algún ejemplo en gansos pero hay un ave muy interesante que son los cuervos, a los que a veces se les suele llamar los primates con plumas, por su inteligencia y socialidad. Se han descrito casos de engaño en córvidos, lo que implica un alto nivel de  desarrollo cognitivo y eso hace pensar que podrían mostrar reacciones de duelo. Se ha observado que los cuervos se reúnen junto a un compañero muerto y se quedan hasta quince minutos observando, pero se han realizado experimentos controlados disponiendo cadáveres de animales y la reacción grupal provocada no permite concluir que nos encontremos ante una reacción de duelo. 

Con respecto a la evolución del duelo en animales podemos sacar tal vez alguna enseñanza que nos puede servir para el duelo humano. Se han descrito, como he comentado, casos de muerte por abandono al fallecer un semejante con el que existe un fuerte vínculo, pero la evolución del duelo en mascotas nos dice también que sustituir al compañero muerto por otro nuevo tiene un efecto positivo. Es un fenómeno que aparece a lo largo del libro. Cuando el dueño de un perro que ha perdido a un compañero introduce en la casa un nuevo perro, este empieza a mostrar más interés, a relacionarse y se recupera. En humanos tenemos muy comprobado que el duelo tras una ruptura sentimental responde espectacularmente a un nuevo amor. Pero las personas no son tan fáciles de sustituir como las mascotas. Sin embargo, hay una observación interesante: el efecto positivo es especialmente marcado cuando el nuevo animal es más joven y “obliga” al que está pasando el proceso de duelo a cuidarlo y ocuparse de él. Esto nos abre la posibilidad de que una persona que sufra la pérdida de un ser querido puede beneficiarse de abrirse a nuevas relaciones, por supuesto, pero especialmente tal vez si estas relaciones implican cuidar u ocuparse de otras personas. No es mucho, pero puede ser algo, es una idea o consejo que se deduce de los ejemplos del libro.

Resumiendo, un campo todavía poco estudiado donde no hay pruebas sistemáticas de duelo en animales pero como afirma el viejo dicho: ausencia de evidencia no es lo mismo que evidencia de ausencia. No encontraremos pruebas de duelo si no las buscamos.

@pitiklinov en Twitter

Referencia:






Roger Schank desembarca en España

Recibí el otro día un email de nuestro egregio entrevistado Roger Schank. En él me informaba de que comenzaba a operar en España con su avanzado método de enseñanza / aprendizaje basado en las ciencias cognitivas.

Nada de pupitres y alumnos alineados frente a una pizarra, como en el Corazón del entrañable Edmondo de Amicis o, si no sabe de qué novela decimonónica le estoy hablando, en cualquier escuela que usted recuerde o....conozca. Nada de concursos de memoria más apropiados para adiestrar monos de feria (azucarillo final incluido) o desgraciados que no pueden quitarse luego los recuerdos de la cabeza, y sienten que estos interfieren con el correcto funcionamiento de su cognición, como el "memorista" que estudió el neurocientífico Alexander Luria en la vieja URSS.

La memoria es un sistema que sirve para almacenar recuerdos, pero también para transformarlos y, llegado el caso, desecharlos. Como estamos diseñados para sobrevivir, y no para saber, lo que aprendemos tiene de alguna manera que sernos útil para la finalidad última de la supervivencia y, por tanto, tiene que ser "usado", y serlo de forma flexible. Se guarda para ser usado después del modo que las circunstancias requieran. Y ya se sabe eso que decía Cajal de que el cerebro es como un músculo: si no se usa se debilita. Pero la cuestión clave aquí es que clase de ejercicio requiere el cerebro para mantenerse sano y fresco en lo que a conocimientos se refiere, y, en definitiva, en lo que a cognición se refiere: si una halterofilia memorística agotadora o una práctica que implique todos los sentidos y obligue a afrontar retos algo más reales que repetir listas, nombres, números....símbolos. Los símbolos, que duda cabe, son necesarios para comunicar ideas, pero no su correspondientes realidades.  Así puede ocurrir lo que le sucedió a un poeta (no recuerdo si Rubén Darío, poco importa) cuando vió por vez primera nenúfares: "¡¡Ah, ésto es aquello de lo que hablaba en mis poemas!!" ¡Menudo descubrimiento de la vanidad verbal humana!

Se sabe, por ejemplo, que la memoria no opera imparcialmente, sino que está modulada por el sistema emocional del cerebro (a través de la amígdala, pero no solo) e incluso por memorias pasadas, lo que hace que en ocasiones veamos y aprendamos lo que queremos ver y aprender, porque es lo que esperamos ver y aprender, en lugar de aquello que tenemos frente a las narices. Y ese querer y ese esperar ver es emocional. La única manera de corregirlo es tropezar, equivocarse -lo cual crea marcas emocionales- para lo cual no ayuda mucho memorizar símbolos. Con ellos uno puede ir de cabeza al abismo recitando con perfecta dicción largas parrafadas o fórmulas. 

La práctica continuada, el verse expuesto a situaciones reales -o virtuales de un gran parecido con las reales- con cada nuevo concepto, es el mejor modo de aprender. La propuesta de Schank no dista mucho de éste llevar a la práctica la práctica. Se trataría de memorizar acciones, de obtener feed back de entornos, gran parte de él corrector de nuestra trayectoria, y de convertirnos, con ello, en conocedores de una actividad. 

Si quieren informarse sobre los primeros pasos que da Schank en España acudan a la web de su delegación aquí pinchando en éste enlace. Quién sabe, quizás, al mirarlo, vean algo nuevo, y no lo mismo de siempre, y les interese aprender algo útil que les pueda ayudar con sus carreras (profesionales) en pos de la supervivencia. 

Deseamos suerte a esta apuesta por una educación genuina. En estos tiempos de cambios sistémicos muchos científicos se han hecho dolorosamente conscientes de que el método tradicional de educación se está convirtiendo en un lastre más que en un refuerzo para las generaciones que han de afrontar los horizontes de posibilidades que se presentan -pasando de futuro a presente, y de presente a pasado, a memoria y después a olvido- en nuestras sociedades.

Mejor que nos entrenen para pescar en un mar revuelto a que nos den un manual de pesca escrito por alguien que escuchó anteayer comentarios de pescadores en el puerto, ¿no les parece?




sábado, septiembre 14, 2013

¿Nos hicieron humanos los virus?


Luis P Villarreal es profesor de Biología y Bioquímica y director del centro de Investigación Vírica de la Universidad de California, y es un hombre con unas ideas diferentes acerca de los virus. Yo supe de él leyendo Virolution, de Frank Ryan (entrevistado aquí por La Nueva Ilustración), que es un fan de Villarreal. Me llamaron tanto la atención sus ideas que decidí comprarme sus libros (craso error porque salvo que seas un experto en Biología Molecular, Virología y Genética, es difícil entender nada). Podríamos decir que Luis es una especie de Lynn Margulis de los virus. Básicamente, su propuesta es que los virus son una fuerza decisiva en la evolución de todas las formas de vida de este planeta, y , por supuesto, del ser humano. Donde Margulis hablaba principalmente de bacterias, Villarreal amplia la idea de simbiosis a los virus. Según él los virus y los humanos (y otras formas de vida, pero aquí vamos a hablar de nosotros) han co-evolucionado y han ido adaptando sus genomas el uno al otro. No seríamos lo que somos de no ser por los virus.

En esta entrada voy a comentar algunos de los fenómenos en los que los virus estarían implicados, según Villarreal, y al final voy a intentar explicar un concepto o idea que es central en todo su pensamiento, que es el denominado “módulo de adicción”. No voy a tocar apenas, las hipótesis de su último libro, Origin of Group Identity, porque son altamente especulativas y filosóficas, aunque muy interesantes, y creo que ya es bastante sorprendente lo que vamos a ver.

Hay que precisar una cosa primero. Los virus simbióticos a los que se refiere Villarreal son los llamados virus permanentes. Los típicos virus malos en los que todos pensamos (los virus son pedazos de malas noticias envueltos en proteína, según la famosa definición de Peter Medawar) son los llamados virus líticos, que producen la destrucción de la célula y se extienden luego a nuevas células diseminando así la infección. Pero todos los virus no siguen esta estrategia, algo que costó que fuera aceptado pero está claramente demostrado. Algunos virus se hospedan en la célula y no dan lugar a ninguna enfermedad y cuando la célula se reproduce los virus se reproducen con ella. Digamos que son virus que utilizan al huésped como vehículo para su propia diseminación y reproducción pero que, dado que tienen interés en ser transportados, se preocupan del bienestar de ese vehículo. A estos virus se les llama virus permanentes y para Villarreal son una fuerza creativa en la evolución del huésped al que empuja a adquirir nuevas identidades y a acumularlas. La colonización por estos virus va dando lugar a un fenotipo progresivamente más complejo. Pero una característica que tiene que ocurrir para que un virus permanente tenga éxito es que tiene que ser capaz de competir con otros parásitos genéticos que quieran entrar en esa misma célula y ser capaz de desplazarlos. Esta es una de las funciones del “módulo de adicción” del que luego hablaremos. Ejemplos de virus permanentes serían: herpesvirus I y II, virus Epstein Bar, citomegalovirus(CMV), varios tipos de adenovirus, virus del papiloma, poliomavirus, y el virus TT.

Villarreal da mucha importancia también al antes llamado ADN basura. Como sabemos, los genes que codifican proteinas son similares en un 98,5% en humanos y chimpancés, pero hay mucha diferencia en el cromosoma Y (que está lleno de retroposones: fragmentos de ADN transcritos de forma inversa a partir de ARN) y en regiones que no codifican proteinas. Curiosamente, se ha visto que estas secuencias no codificadoras son las que más distinguen a los animales y que se han conservado mejor que las regiones codificadoras. Los retroposones, según Villarreal vienen principalmente de retrovirus endógenos (ERVs), y de secuencias derivadas de estos ERVs, llamadas LINES y SINES.

El Origen del núcleo de la célula eucariota

El origen del núcleo de la célula eucariota es para muchos el mayor misterio de toda la Biología (casi mayor que el propio origen de la vida). No existe ninguna explicación plausible para el mismo. Villarreal plantea que los virus podrían haber hecho este trabajo. En principio suena raro porque los virus son demasiado pequeños y no llegarían ni a la décima parte del número de genes que se necesitan para ello. Pero Villarreal tiene dos argumentos. Por un lado, se han descubierto hace poco virus gigantes como el Mimivirus. Pero, por otro lado, se asume que existió un ancestro común a todos los tipos de vida (LUCA: last universal common ancestor), y se ha visto que la cantidad de genes comunes a los 3 principales dominios de la vida (bacterias, arqueas y eucariotas) es muy pequeño. Solo 324 genes se han conservado que puedan ser considerados derivados de LUCA. Entonces, atendiendo al número de genes, un virus ADN podría haber aportado esos genes. Por ejemplo, el fago T4 (los fagos o profagos son los virus de las bacterias) tiene 274 genes, el CMV tiene 220 genes. Hay virus que tiene incluso el doble de genes, así que para Villarreal la implicación vírica sería factible. Por contra, la explicación de que el núcleo procede de algún elemento procariota no se sostiene porque las diferencias entre los cromosomas de procariotas y sus sistemas de replicación con los de las células eucariotas son abismales. Hay cantidad de características del núcleo eucariota que no tienen precedente en procariotas. Sin embargo, la polimerasa ADN del fago T4 es muy parecida a la de la célula eucariota. Esto mismo ocurre con otras funciones nucleares, que son similares a las de los virus, y la implicación sería que ambas tienen un ancestro común. En definitiva, una serie de datos apoyaría esta teoría y otros autores, aparte de Villarreal, han propuesto también un origen viral del núcleo eucariota.

El Origen del Sistema Inmune adaptativo

Villarreal opina que es muy probable un papel de los ERVs, retrovirus endógenos, en la aparición del S.Inmune adaptativo en los peces de esqueleto óseo (aunque reconoce que no todos los componentes del sistema adaptativo pueden ser explicados con un origen vírico). Considerable evidencia sugiere que los componentes del S.Inmune adaptativo se originaron de la colonización estable y cooperación de varios parásitos genéticos, componentes que no estaban presentes en sus inmediatos antecesores (invertebrados o lampreas). Los primeros vertebrados en desarrollar un sistema adaptativo fueron probablemente ancestros de tiburones y rayas. 

Parece que el sistema adaptativo se adquirió de golpe, no existen especies previas con subcomponentes de este sistema que permita deducir una evolución gradual. Algunos componentes son el Complejo Mayor de Histocompatibilidad, CMH I, II y III, los receptores de células T, la selección de células T vía apoptosis, el gen activador de recombinación (RAG) la recombinación VDJ, y el enigma de esta adquisición es entender qué presiones evolutivas pudieron conducir a la misma. La opinión de Villarreal es que este sistema adaptativo representa un sofisticado sistema de autoidentidad  pero que no estaba dirigido simplemente a combatir patógenos. Por ejemplo, muchos componentes del sistema adaptativo son también constituyentes de los sistemas de identificación grupal y sexual, como los péptidos olfativos CMH. Es muy curioso que en conjunción con esta adquisición se produjeron importantes cambios genéticos en el genoma de los peces con esqueleto óseo, básicamente un gran aumento en el número de familias de ERVs y de LINES, SINES; y comenta Villarreal que hay una asociación entre la presencia de ERVs y el origen de la evolución de los cromosomas sexuales, es decir, la determinación genética del sexo, que en peces anteriores se hacía según la temperatura u otros estímulos ambientales. 

El Origen de la Placenta Humana

Por un lado, la placenta humana es parte del feto, no de la madre, por lo que se trata de un cuerpo extraño para ella. Para conseguir que se implante en el útero tiene que evitar ser atacada por su sistema inmune, actividad esta (burlar al sistema inmune) en la que los virus son unos expertos. Por otro lado, sabemos que gran parte de nuestro genoma (la mitad por lo menos) es de origen vírico, son los llamados retrovirus endógenos humanos (HERVs), así como otras secuencias de origen vírico como los LINE y los SINE, que se han integrado en nuestro genoma. Sabemos que con la evolución de los mamíferos placentarios  se produce una gran invasión de ERVs Lines y Sines en el genoma humano y que estos se expresan preferentemente en la placenta y en el cerebro. El trofoblasto , la capa de células invasivas y metastásicas de la placenta, podría ser de origen vírico, según Villarreal. 

Esto no debería ser una sorpresa, según él, porque ya en los años 70 se observó que la placenta humana produce gran cantidad de partículas similares a los retrovirus. Pero más recientemente se ha identificado que el retrovirus HERV W produce la sincitina, fundamental para que se forme la placenta. En cierto sentido, el feto y la placenta son como un parásito, que debe invadir los tejidos de la madre, manipular su fisiología para alimentarse a sí mismo y escapar la detección del sistema inmune de la madre. Ninguna de estas característica se encuentran en mamíferos anteriores (monotremas y marsupiales) y parecen haber sido adquiridas en un solo paso. En definitiva, que los mamíferos placentarios se habrían servido de un truco vírico para desarrollar sus placentas

La Especiación

Como vamos a ver enseguida con el módulo de adicción, la infección por un virus permanente otorga una nueva identidad al huésped. Algunas bacterias se identifican, por ejemplo, por los fagos que las infectan. Este cambio de identidad podría llevar a que dos poblaciones anteriormente iguales desde el punto de vista genético no puedan ya emparejarse entre sí, con lo que obtendríamos dos especies distintas

Es muy interesante que los virus están muy relacionados con sus huéspedes y que hay relaciones específicas entre ciertos virus y ciertos huéspedes. Todos los seres vivos no tienen los mismos virus, sino que los virus de bacterias, arqueas, algas, hongos, invertebrados acuáticos, insectos, plantas, anfibios y mamíferos tienen relaciones exclusivas con cada huésped y nos encontramos con que determinado virus de mamífero no aparecen en pájaros o viceversa. Los mamíferos, por ejemplo, tienen una fuerte tendencia a ser infectados por retrovirus endógenos. Los nematodos, por contra, son prácticamente inmunes a la infección por todo tipo de virus.

Hablando de los primates, ya he comentado más arriba que la mayor diferencia genética entre humanos y chimpancés está en el ADN regulador y en  el cromosoma Y. Se podría decir que lo que nos diferencia de los primates no son los genes , sino los virus que nos colonizan. Estimaciones actuales calculan que los primates de Africa sufrieron una colonización importante por ERVs hace unos 30-35 millones de años, que los diferencia de los primates del Nuevo Mundo. Una consecuencia de esta colonización fue la pérdida del órgano vomeronasal (la inactivación de buena parte del mismo) y de muchos genes olfativos, cosa que no ocurrió en los monos del Nuevo Mundo, unido a la adquisición de visión en color, de dicrómica a tricrómica. Estas adquisiciones de ERVs se ven especialmente en el cromosoma Y (y en menor medida en el X). Se produce un giro tras esta colonización desde lo olfativo a lo visual y lo auditivo, y el consiguiente desarrollo de las áreas cerebrales necesarias para esas nuevas formas de comunicación y de reconocer la identidad.

Posteriormente se han producido nuevas colonizaciones y, en conjunto, según Villarreal, ha sido la adquisición de este ADN parásito lo que nos ha hecho humanos. Los humanos tenemos unas 30-50 familias de HERVs de las que 10 son del tipo  HERV-K. La procedencia  del HERV-K sería a partir de variantes víricas similares en ratones, y parece que la relación entre ratones y humanos está documentada por evidencia fósil desde H. erectus. Parece haber ocurrido otra invasión por HERVs hace unos 150.000 años coincidiendo con la aparición de H sapiens. Según Villarreal, los ERVs pudieron promover los cambios en el rápido desarrollo del cerebro humano. Sabemos que los HERVs se expresan en el cerebro y recientemente se ha relacionado a algunos HERVS con la Esquizofrenia y con la Esclerosis Múltiple. Los procesos de apoptosis (muerte neuronal) esenciales en el desarrollo, y el de pruning (poda) de neuronas -que se realiza alrededor de la adolescencia- serían también de origen vírico. 

El Módulo de Adicción

Para establecer un estado de persistencia un virus tiene que inhibir su propia reproducción y una consecuencia de ello va a ser que si estamos infectados por un virus permanente vamos a ser inmunes a infecciones externas por ese virus, o virus similares. Pero el virus tiene que montar estrategias que mantengan su genoma viral intacto y esto lo consigue por medio del módulo de adicción. Los módulos de adicción son secuencias de genes o funciones que son perjudiciales para el huésped que pierda al virus pero que son beneficiosas para el huésped que mantenga al virus. Típicamente la parte lesiva es un elemento estable, independiente y capaz de funcionar por sí mismo, y la parte beneficiosa del módulo es inestable y requiere de la presencia del virus. A menudo, la parte dañina es una toxina y la parte beneficiosa una antitoxina. 

Explicado de una manera simple el módulo funciona de la siguiente manera: cuando un virus coloniza una célula coloca, por así decir, una bomba (toxina) capaz de destruirla, pero el propio virus produce la antitoxina (contraseña) que la inutiliza. Si la célula es invadida por otro virus que desplaza al primero entonces se pierde la antitoxina (contraseña) y se produce el suicidio o muerte celular (apoptosis). De esta manera el primer virus evita ser desplazado por ningún otro, pero también podemos decir que se trata de una conducta altruista, porque muriendo él mismo, evita que la infección por un competidor afecte a otras células que albergan virus de su familia.

Por lo tanto, se puede decir que la célula colonizada es “adicta” ya que debe mantener la  función inmunitaria protectora del parásito si quiere sobrevivir. Hay que decir que, aunque esta terminología de módulo de adicción se utiliza en virología y bacteriología, su origen está en las adicciones a sustancias (ver Neurobiology of addiction, de Koob y le Moal) y Villarreal lo aplica a todo tipo de situaciones, a los sistemas sensoriales, feromonas, etc., e incluso a las emociones. Por ejemplo, el vínculo madre-hijo, o el romántico, es un módulo de adicción. El parásito sería en este caso el hijo, o el amado. Mientras la madre ve al hijo, o el amante al amado, se encuentra bien (de hecho sabemos que en el amor existe una estimulación de los circuitos de recompensa igual que en la adicción a sustancias), pero si el hijo desaparece se dispara la angustia, la toxina. La deprivación psicológica conduce a emociones tóxicas: soledad, tristeza, depresión... Un ejemplo de módulo de adicción sería el duelo, al desaparecer la parte beneficiosa del módulo, aparece la depresión y el dolor, que sería la parte tóxica. Se puede considerar una adicción el vínculo amoroso si aceptamos ese paralelismo (un tanto forzado, es cierto) en el que el amante tiene que mantener al amado (necesidad=toxina), por su propio bienestar, de la misma manera que la célula mantiene al virus. En su último libro sobre el origen de la identidad de grupo Villarreal tiene propuestas muy especulativas y filosóficas desarrollando este tema. 

Vemos con el funcionamiento de este módulo también que identidad e inmunidad van unidas. La inmunidad es una respuesta a una alteración de la identidad. Se ataca o se defiende uno de lo “extraño”, y sorprende darnos cuenta de que incluso los virus tienen mecanismos para diferenciar al yo del no-yo, o que las bacterias son capaces de movimientos sociales, acercarse o alejarse de un semejante, o reaccionar en grupo antes determinadas señales. También vemos que los virus no permiten que el huésped lleve información de otros parásitos. El juego de la vida parece que trata de transmitir la propia identidad (información) a la vez que se impiden o eliminan identidades (informaciones) competidoras. La postura del virus con respecto a la célula huésped parece ser: “si no eres para mí no eres para nadie”.


Resumiendo, para Villarreal los virus son los grandes creadores genéticos, los grandes inventores de genes en enormes cantidades (la tasa de mutación de virus como el VIH puede ser un millón de veces más rápida que la del humano) y muchos de estos genes van a acabar formando parte de los genomas de los huéspedes por un proceso de colonización. Los virus pueden haber sido el creador oculto que contribuyó a hacernos humanos. Si a alguno de vosotros le han interesado las ideas de Villarreal le recomiendo leer este artículo del que he sacado el título de la entrada: Can viruses make us human? y le recomiendo también el libro de Virolution de Frank Ryan. A ver si Villarreal se anima a  escribir un libro de divulgación y así nos enteramos todos de sus ideas. Sería interesante entrevistarle también para la La Nueva Ilustración Evolucionista a ver si nos cuenta algún secreto.

@pitiklinov en Twiiter

Referencias:




viernes, septiembre 13, 2013

Pinker y Taleb, Taleb y Pinker

Progresión histórica frente a impredecibilidad. Reducción de la violencia palpable y demostrable frente a fragilidad de los sistemas sociales, económicos y políticos. Pasado complejo pero estudiable frente a un futuro complejo incierto e imposible de reducir a modelos. Ésta es la disputa soterrada que se produce entre estos dos grandes pensadores de nuestro tiempo, y que no representa solamente un choque de especulaciones, sino un problema de las ciencias sociales que debe ser resuelto, si es que queremos tener un cierto control sobre nuestras sociedades y, en definitiva sobre nuestras vidas, si queremos responder de forma afortunada a la vieja pregunta romana de Quo Vadis (¿Dónde vas/váis?). 

Si Pinker ha sido un auténtico genio planteando el ¿quiénes somos? y el ¿de dónde venimos?, un maestro de Psicólogos Evolucionistas, al que por razones obvias adoramos aquí,  Taleb -que en una nota a pie de página de su último libro, Antifrágil, cita a Pinker con cierto desprecio como un desconocedor de la estadística matemática- es un brillante y perspicaz observador de lo inobservable a través de lo observable, de lo que puede deparar el futuro (el ¿a dónde vamos?) a partir de la fragilidad de los sistemas en los que vivimos y desarrollamos, ciegamente, nuestra actividad cotidiana. 

Sobre éste asunto tendremos ocasión de hablar más extensamente, de comentar las obras de estos autores y, por supuesto de especular. Manténganse atentos. El futuro está en juego. La suerte....¿está echada? (y otra vez con los romanos y el paso de César del Rubicón).






Libros: 


miércoles, septiembre 11, 2013

La nueva Nueva Ilustración Evolucionista

Me complace informarles de que este blog volverá a abrir sus puertas próximamente. 

Quien les habla ha pasado una temporada en el infierno, como Rimbaud, pero al igual que el Ave Fénix, renace de sus cenizas. No voy a estar solo en este empeño. Tampoco mal acompañado. De hecho mi compañía es, tomada en su conjunto o por partes, con mucho, más valiosa que éste humilde aprendiz de aprendedor, al menos por lo que a conocimientos en sus respectivas materias se refiere. 

Con humildad y la mejor letra de la que sea capaz comienzo esta nueva etapa o, debiera decir, comenzamos esta nueva etapa de La Nueva Ilustración Evolucionista: ustedes y nosotros. 

Seamos deliberadamente lentos en nuestras deliberaciones. Para ello disponemos de un lóbulo frontal del cerebro suficientemente desarrollado.